Javier Amador, el que pega dos veces… o más

El grupo olverista no para de dar la nota con el comportamiento de sus integrantes, quienes en cada escándalo muestran el ejercicio de prepotencia desmesurada para llevar el ritmo de vida que mantienen.
Durante el fin de semana se hizo pública en redes sociales una información que señalaba la denuncia contra Javier Amador de la Fuente interpuesta por su esposa. Cabe recordar que no ha sido el único incidente de violencia que ha protagonizado el priista, como ejemplo bastan los zafarranchos que llegaron a las planas de medios locales, que resaltaban su presumible estado de ebriedad.
Amador de la Fuente, se escucha, fue el encargado de administrar la caja chica en el sexenio de Francisco Olvera, tarea que le valió llegar a ser diputado local por Jacala de Ledezma, donde se caracterizó por su falta de trabajo legislativo, así como por los rumores de constantes convivencias con sus homólogos Miguel Romero Olivares, Nadia Carolina Ruiz Martínez, Edith Avilés Cano y Yesenia Hernández Valdés.
Como representante de una región con graves rezagos sociales, se dio a conocer por los beneficios que obtenía para sus empresas particulares a través de las gestiones que realizaba, como fue la instalación de una antena de una famosa compañía de telefonía celular.
Fue uno de los cuadros olveristas de la generación de “jóvenes” poco menos que inútiles y faltos de capacidad que le costaron a Hidalgo millones de pesos, entre los que también se encuentran Ignacio Ibargüengoitia, Rodolfo Hinojosa, Carlos García, José Luis Lima, Citlacóatl Moreno y Salvador Franco.
El caso de violencia intrafamiliar de Amador de la Fuente pone de manifiesto el lado más misógino de la política hidalguense, que aunque no es desconocido, muy difícilmente llega a hablarse de él y mucho menos existe algún llamado de atención por cierto tipo de conductas que implican violencia de género.
Javier Amador, como tantos cientos de personajes hidalguenses, se presenta con aires de empoderamiento regalando sonrisas llenas de coquetería a la concurrencia. Lo perturbador es que cierto sector femenino se fascina con los gestos casi condescendientes de estos políticos.
Por tanto, se asume que es la misma dinámica la que impera en oficinas gubernamentales, donde la mayor parte del tiempo el crecimiento laboral va condicionado al otorgamiento de favores a hombres con gran cantidad de complejos o necesidad de aceptación.
Ahora bien, el hecho de que un representante de la ciudadanía ejerza violencia sobre su cónyuge implica que constantemente busca la sumisión de quien percibe como inferior, lo cual indica que su preparación académica es precaria, así como que su posibilidad de interacción en grupos sociales, digámoslo así, normales, es casi nula.
O tan sólo intente imaginar que cualquier mujer debe aceptar con agrado la entrega de favores a los políticos, que el sector femenino debe aceptar con resignación la violencia porque parecería interpretarse como un correctivo a tiempo por su mal comportamiento; en pocas palabras, nulifique cualquier pensamiento ante las conductas de este tipo.
Personajes como Javier Amador deberían ser erradicados de la escena política porque ningún hidalguense merece ser representado por alguien sin integridad.


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