En 2014, Abu Bakr al-Baghdadi (Califa Ibrahim) proclamó en Mosul el Califato en los territorios de Irak y Siria, creando el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS por sus siglas en inglés). Desde entonces, no sólo Irak y Siria viven una pesadilla, sino también los países occidentales, los cuales han enfrentado múltiples atentados, no contra sus instalaciones militares, sino, injustificadamente, contra su población civil.
Las primeras víctimas del ISIS fueron las minorías cristianas de Irak y Siria, así como los yazidis. En un absurdo y demencial fanatismo, el ISIS esclavizó y prostituyó mujeres cristianas y yazidis entre sus tropas, pero también las vendió como si fueran animales, reviviendo los años de la esclavitud que sufrió la humanidad en una época de su desarrollo.
Después de la ofensiva de las fuerzas aliadas contra el ISIS y la pérdida sistemática de sus bastiones, como Mosul y Raqqa, los islamistas ahora enfrentan una batalla por la supervivencia. En los frentes de guerra de Irak y Siria, los islamistas del ISIS se baten contra las fuerzas del ejército iraquí, los Peshmergas del Kurdistán iraquí y las Fuerzas Democráticas Sirias, compuestas fundamentalmente por los guerrilleros de las Unidades de Protección Popular (YPG), así como otras fuerzas árabes que lo combaten hasta su aniquilación; pero en las grandes ciudades de los países occidentales actúan como hienas al asecho y prestos para asesinar sin ningún principio.
En la desesperación por estar al borde de su aniquilación, el ISIS está dispuesto a multiplicar sus ataques contra civiles en las grandes ciudades occidentales del planeta. Sin duda, esos ataques aislados son su último recurso para demostrar que aún existe y no se rendirá, en su absurda guerra que pretende revivir un Califato ignorando la historia y la evolución de la humanidad; ataques que pueden hacerse más frecuentes en la medida que sus fuerzas regulares sean destruidas en Siria e Irak, obligando a repatriarse a miles de yihadistas a sus países de origen, desde donde pueden llevar a cabo su absurda guerra santa contra occidente y los católicos.
El ataque en Barcelona es el séptimo reivindicado por el ISIS en la Unión Europea. Han sido múltiples los atentados contra la población civil en los países que la integran: la navidad pasada en Alemania un camión mató a 12 personas y en Suecia otro camión a 5; en Francia también usaron un camión para atacar a la población en Niza, donde dejaron 84 muertos y realizaron ataques armados en París (Bataclan), donde murieron 130 personas; en el Reino Unido usaron camiones y bombas, tal como en Bélgica.
Tanto Europa como Estados Unidos deben prepararse para lo peor. En la medida que el ISIS sea extirpado de Irak y Siria, los islamistas correrán como ratas a los países occidentales, desde donde comenzarán a organizar sus células terroristas, no para actuar en contra de las fuerzas armadas de sus países, sino para sembrar el terror entre la población civil.
Una investigación realizada para el Consejo de Europa, estima que el número de yihadistas que probablemente podrían volver procedentes de Irak y Siria podría variar entre 1,200 y 3,000, incluyendo mujeres y niños; pero una tercera parte de ellos podría ya estar de vuelta, por desilusión o para organizar ataques. La investigación supone que unos 42 mil combatientes extranjeros se habrían unido al ISIS desde su creación en 2011, procedentes de más de 120 países, particularmente de Francia, Bélgica y Alemania.
Pero el ISIS aún está lejos de ser vencido. No sólo hay células terroristas en los principales países occidentales, sino que tiene grupos operativos capaces de sembrar el terreno en 18 países, incluyendo a Estados Unidos, África y Oriente Medio, Indonesia, Filipinas y Bangladesh.
El planeta está expuesto a una nueva guerra santa, ahora ideada e impulsada por fundamentalistas islámicos que prenden volver al pasado a la humanidad en nombre de Dios. Es fundamental la cooperación internacional entre todos los países para evitar más muertes entre los civiles, provocadas por un ISIS que los asesina al carecer de principios éticos y de humanidad.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
