La calumnia

Hace algunos años, cuando el director de orquestas Sergio Berlioz me preguntó el nombre de mi ópera favorita, sin que yo me hubiera cuestionado antes ese asunto y después de algunos minutos de reflexión, di por respuesta que El barbero de Sevilla. En primer lugar, porque esta obra fue la primera presentación que vi en compañía de Vladimiro Rivas Iturralde, autor del libro Noches de Ópera, con quien tuve la oportunidad de ilustrarme en algunos entresijos de este arte mixto (música y teatro); y en segundo, porque esta obra es dueña de una de las arias más importantes para la formación de mi pensamiento: El aria de don Basilio. 

El aria mencionada, y mejor conocida como aria de la calumnia, es una obra que describe, en la voz del canónigo sevillano, el comportamiento del escarnio cuando ha sido pronunciado. Dice la letra que es como un vientecillo, una brisa muy suave, que insensible, sutil, ligera y suavemente, comienza a susurrar. Para terminar, diciendo, la misma voz, que el infeliz calumniado, humillado, pisoteado, bajo el azote público podrá considerarse afortunado si muere. 

El estreno de esta ópera cumple un aniversario más el día 20 de febrero y es oportuno voltear a verla en este momento en que el calendario electoral hidalguense indica que ya han entrado los políticos al periodo de intercampañas; me parece que el tema se adecua porque son los tiempos en que comienzan las intrigas, las conspiraciones, los complots, las conjuras, las traiciones, los dichos y los entredichos.

Me atrevo a decir, sin temor a equivocarme aunque adoleciendo de una estadística que me asista, que todas las personas que participan en política han escuchado algún comentario (una calumnia, propiamente dicho) que perjudica a aquella persona que tiene pretensiones: vejaciones que infaman la vida amatoria del calumniado, que hieren su vida familiar con deshonras, que afirman un pasado criminal, lascivo o vergonzoso. Se dicen infinidad de vilipendios que pueden distar de lo cierto pero que tendrán efectos adversos en el plano de lo real. 

Maquiavelo, en el Lib. 1, Cap. VIII, de sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio, afirma que “son tan útiles las acusaciones en las repúblicas, como perjudiciales las calumnias”. Porque la venganza es un tema privado que poco tiene que ver con tribunales, es una medida que toman algunas personas que han perdido el honor y que desestiman el poder y el control de una autoridad para satisfacer sus propios reclamos cuando el génesis de su malestar fue originado en una plaza, en un comedor, en un comité partidista, en un cuarto de guerra, en un medio de comunicación y hasta por parte de una autoridad. 

A continuación haré referencia a dos autores cuyos nombres y obras evitaré decir en esta ocasión, quienes los conozcan sabrán reconocer sus causas.

Existe un libro de un autor hidalguense que hace afirmaciones sobre cinco exgobernadores y sus contextos, habla de ellos y les atribuye crímenes, negociaciones nefandas y actos apátridas; por otro lado, hay un periódico que adjetiva y amaña encabezados para hacer prensa de militancia mientras ofende la vida privada de quienes considera sus adversarios. Precisamente a estos actos se les llama guerra sucia o calumnias, toda vez que no tienen un sustento más que entrevistas privadas, testimonios no autorizados y confesiones secretas

El tema es complejo, pues se trata de miembros de los medios de comunicación y de las autoridades derivadas del republicanismo, ambas partes pertenecientes al mismo sistema el cual está defendido y protegido por la Constitución, a lo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha hecho su respectiva consideración: ha de prevalecer la libertad de expresión en determinadas circunstancias políticas y electorales. 

Me despido sin profundizar en lo que se dice de toda la gente en redes sociales, de lo que dice el presidente de la República acerca de particulares, lo que dicen particulares de otros particulares, lo que dicen los políticos de sus contrapartes en sus respectivos debates y de lo que se pronuncia en los pasillos de todas las instituciones. 

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Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.


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CONSTITUCIONALISMOS - Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.