La comprensión ontológica 23

La filosofía opera en tu cabeza incluso cuando no te das cuenta, por ejemplo, cuando disientes argumentativamente una idea.

 

23.1     No estoy de acuerdo, le dije al profesor de Matemáticas del Colegio John Scott en San Jerónimo cuando, entre todo el rollo que decía, se le ocurrió afirmar que el significado del lenguaje es esencial, universal y epistemológicamente innato.

—¿Por qué no estás de acuerdo?

Las implicaciones son insostenibles.

Se hace un silencio, él medita un poco en las posibilidades de mi réplica y, queriendo disuadirme, le dice al grupo:

—Como pueden ver su nuevo compañero está muy motivado, apenas es su primer día y ya está planteando problemas filosóficos —todos le festejan con risas—, pero como esta no es una clase de filosofía seguiremos con nuestro tema de-

¿Hay una dimensión previa —lo interrumpo bruscamente—…, en donde el lenguaje se caracteriza efectivamente?

A qué te refieres.

Si el contenido del lenguaje es esencial-universal significa que es algo externo al ser humano ¿no es así?

¿Crees en Dios? —me pregunta luego de un silencio sepulcral que contagia a todo el grupo.

No —respondo tajante y algunos murmuran.

Entonces no podemos seguir discutiendo.

¿Tu argumento incluye el concepto de Dios?

Hábleme de “usted” por favor.

¿Su argumento, señor profesor, incluye a Dios en la explicación?

Todo argumento incluye a Dios en la explicación

Yo me refiero de manera explícita, ya sabemos que “Dios está en todas partes”.

Te recomiendo leer a Platón.

Quiero escucharlo de usted.

¿Conoces a Chomsky?

No en persona, pero… ¿Eso qué tiene que ver con nuestra discusión?

Si no has leído a Chomsky no vas a poder entenderme.

Bueno, pero por eso usted es el profesor ¿no? Para que nos explique las razones por las que, al parecer, asiente a todo lo contenido en el Cratilo.

Se pone notoriamente incómodo ante la expectación de los alumnos.

—Sí sabe qué es el Cratilo ¿verdad?

Ante su silencio sentí lástima por él, pero no por no saber sino por no reconocer su evidente ignorancia al respecto y, a pesar de que yo mismo había tendido la trampa, decidí abandonarla aunque de manera muy exaltada.

—¡Es un diálogo de Platón!

Pero no me grites —me reclama—, yo soy el profesor. Y si quieres escuchar mis razones te recomiendo que leas a San Agustín, mientras tanto no me molestes con tus preguntas tramposas.

Río un poco, él voltea furioso y me pregunta:

—¿Has leído las Confesiones?

Asiento sereno, sonrío iluminado por la luz del mediodía que entra por la ventana como vitral de iglesia romana y, mirando de reojo al expectante grupo, saco de mi mochila el único libro que cargo: Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein.

Cuando ellos (los mayores) —comienzo a leer—, nombraban alguna cosa y consecuentemente con esa apelación se movían hacia algo, lo veía y comprendía que con los sonidos que pronunciaban llamaban ellos a aquella cosa cuando pretendían señalarla. Pues lo que ellos pretendían se entresacaba de su movimiento corporal: cual lenguaje natural de todos los pueblos que con mímica y juegos de ojos, con el movimiento del resto de los miembros y con el sonido de la voz hacen indicación de las afecciones del alma al apetecer, tener, rechazar o evitar cosas. Así, oyendo repetidamente las palabras colocadas en sus lugares apropiados en diferentes oraciones, colegía paulatinamente de qué cosas eran signos y, una vez adiestrada la lengua en esos signos, expresaba ya con ellos mis deseos.”

Wittgenstein elige el texto de San Agustín como introducción porque describe el aprendizaje del lenguaje bajo la concepción referencialista del significado: las palabras del lenguaje son nombres de objetos, las oraciones son combinaciones de esos nombres y cada palabra tiene un significado: el objeto nombrado.

—“Esta descripción del aprendizaje del lenguaje continúa Wittgenstein en el siguiente párrafo— está considerando en primera instancia los nombres de cosas como mesa, silla, pan, y los nombres propios; y en segunda instancia los nombres de acciones, sensaciones y propiedades. Por supuesto, no considera palabras como hoy, no, quizá, pero, sino quizá como algo que ya se acomodará.”

Frente a esta caracterización del lenguaje el filósofo austriaco nos muestra que existen otras maneras de emplear el lenguaje.

—¿Quieren algunos ejemplos? —pregunto a todos, quienes me ven como un bicho raro mientras el profesor permanece callado e inmóvil.

Mañana buscaré otra prepa.

 

23.2    Asistí de oyente a tres escuelas más: el colegio Tepeyac del Valle, el Instituto Britania y, el peor de todos, un tal Cencalli en la Narvarte. A éste último llegué por recomendación de mi prima Constanza, me persuadió al afirmar que el director era su amigo y que ni siquiera tenía que asistir y sólo presentar los examenes finales, no obstante lo tentador de la propuesta, decidí encontrar una escuela que me gustara para asistir con regularidad. No quiero seguir aislado del mundo, no quiero perder la cabeza otra vez, como aquellos días de soledad en el castillo… ¿Recuerdas? Tengo que interactuar, adquirir experiencia con respecto a los criterios sociales e intentar una vida normal en el sentido de pasar desapercibido por todos los demás, ya no quiero más sorpresas ni problemas, sólo terminar el bachillerato y, cuando cumpla los diciocho años, migrar a la playa. Vivir de la pesca, filosofar en el mar y decidarme a escribir en la costa. Eso es lo único que quiero. Vivir en el mar. Lo único. Y filosofar. Mirando el mar.

—Buenos días, joven —me saluda la muchacha que hace la limpieza.

—Hola, Angie.

—¿Qué va a querer de desayunar?

—Café.

—¿Sólo café?

—No tengo hambre.

—¿Puedo sugerirle algo? —me pregunta luego de una pausa en que yo me pongo a leer el periódico, la miro y asiento—. Le preparo unas quesadillas y se las lleva a la escuela, ya usted se las come cuando tenga hambre.

—Gracias —respondo y continúo en la lectura de un artículo sobre el incendio de Humboldt.

—¿Sí?

—Sí, por supuesto.

Ella sale a la cocina y yo sigo leyendo en silencio:

«Las investigaciones no han concluido por lo que el nuevo Sheriff de Reno aún no puede afirmar si el siniestro fue accidental o provocado. “También seguimos interrogando a algunos estudiantes para averiguar si hay algún móvil, intención o motivo para prenderle fuego al castillo”, dijo por último. »

—Aquí tiene —dice dándome un paquete caliente envuelto en una servilleta de tela.

—Muchas gracias, Angie. ¿Tú eres algo de la señora que antes trabajaba aquí?

—Era mi abuela.

—¿Era?

—Murió a principio de año.

—Lo siento. ¿Cómo se llamaba?

—Matatlán.

—“Matatlán”, cierto.

La recuerdo brevemente de los días antes de irme a Humboldt, miro a su nieta y nuevamente le agradezco el detalle de las quesadillas; abro la puerta, voy hacia la puerta cuando me sorprendo al ver un auto compacto color rojo.

—¿Vino alguien?

—Su prima.

—¿Mi prima?

—Disculpe, quise decir “la señora Constanza”.

—No, no, me refiero… ¿Y dónde está?

—Ya se fue, sólo vino a dejar el coche.

—¿Lo va a guardar aquí o qué?

—No, dijo que es para usted.

—¿Para mí?

—¡Sí!

—Pero…

Yo prefiero caminar, por lo que dejé el auto para otra ocasión y, siguiendo la ruta de todos los días, bajé por la calle empedrada hasta revolución y luego insurgentes, pero esta vez me dirigí al sur rumbo a ciudad universitaria. Voy a buscar información para poder ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria (UNAM), existe la posibilidad de que, si adelanto materias en el verano, pueda terminar el bachillerato en dos años, el mismo año en que seré mayor de edad.

 

Continúa 24

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".