La comprensión ontológica 44

La pelea entre Dalia y la gigantesca mujer tatuada en el estacionamiento fue intensa, cuasi-mortal y asombrosamente rápida.

¿Quieres más, hija de la chingada?

Dalia era más ágil, correosa y efectiva en esquivar los golpes, empero, La Yuya estaba muy fornida, sabía boxear y, luego supimos, era luchadora profesional.

 

44.1    Te conozco, me dice Dalia cuando, un par de horas después, estamos recostados sobre el pasto de un campo de golf mirando las estrellas sobre la bóveda celeste quien nos miraba de vuelta como una más de sus centellas. ¿Me conoces? Te conozco bien. ¿Qué tan bien? Depende. ¿De qué? Del conocimiento. ¿A qué te refieres? No te conozco por completo. Entonces por qué dices que me conoces bien. En aquello que te conozco, te conozco bien. Y…, ¿qué es aquello que me conoces? Conozco tus sueños. No tengo sueños. Tus sueños inconscientes. ¿Por ejemplo? Esto. ¿Esto? Esto. ¿Cómo ‘esto’? Esto que siempre haces. ¿Qué es lo que siempre hago? Filosofar.

Hay varios tipos de conocimiento ¿sabes? Sí, ya me lo dijiste. No hay una esencia en su concepto. ¿Y el conocimiento científico? Pareciera que lo es, pero no lo es. Silencio. ¿No quieres saber por qué? ¿Por qué? ¿Me estás preguntando o quieres saber por qué con mi pregunta asumo que no quieres saber? Ambas. Pausa. Pero cuál quieres que responda primero. ¿Por qué crees que no quiero saber que el conocimiento científico no es la esencia del conocimiento? Pausa. Ya no me acuerdo, pero sí te diré por qué el conocimiento científico no es el conocimiento esencial: dicho conocimiento presupone otros saberes no necesariamente científicos metodológicamente. Pausa. Eso también ya me lo habías dicho. Pero de diferente manera ¿no crees? Es posible. Ahora dame un beso. Mañana, ya duérmete. Silencio. ¿No quieres saber cómo surgen las interrogantes filosóficas? Ya lo sé. ¿Has pensado cuál es la naturaleza de dicho conocimiento? Ya.  ¿Cómo surgen? Sé cómo surgen: mírate. Pero qué las causa, qué las motiva y en qué consiste dicha pulsión. Tengo mucho sueño. Yo no. Tal vez porque tú no tuviste una pelea a muerte hace rato. Te ayudé. Y estoy muy agradecida, pero ya me voy a dormir. Silencio. La filosofía surge de las reflexiones que tenemos ante los problemas de la vida. ¿Sabes qué significa la palabra ‘problema’? Pausa. Filosóficamente es un obstáculo, aún no sé cómo caracterizarlo pero intuyo que es lingüístico. Ahora bien, la naturaleza del concepto de problema reside en el problema en cuestión que cada uno de nosotros tiene en la vida en un momento determinado. Por ejemplo, ¿cuál era mi problema hace un año? La nieve. ¿Concreta-mente en qué momento? Cuando quedé atrapado. Las reflexiones filosóficas eran muy diferentes de cuando me encontraba a salvo.

En eso me quedé pensando:

Hay problemas en los que Kant ayuda a resolverlos, pero hay otros en los que resulta más sensato seguir los consejos de Nietzsche y, contradictoriamente, los dos pensamientos son verdaderos. Uno en un momento y el otro en otro momento, empero, ambos son verdaderos. ¿Qué los hace verdaderos? Algo más fundamental que el propio pensamiento o, como diría Marx, la condición material del agente que, al reflexionar sobre las posibles resoluciones, enfrenta el problema con una herramienta filosófica que sería la doctrina de uno u otro filósofo. No te entiendo. Si el agente en cuestión pretende resolver una vida libre, hedonista y solitaria, el pensamiento de Kant no sólo carecerá de sentido sino que filosóficamente es su antagonista mismo; sin embargo, si la pretensión es resolver una vida familiar, de sacrificio y comunidad, Nietzsche le resultará perjudicial. Ambos pensamientos pueden tener sentido o ser absurdos y, ahora lo confirmo, ello depende de algo más básico que la propia doctrina: la pretensión existencial. La respuesta indecible de nuestro individual significado de la vida. En eso me quedé pensando.

En que ambos pensamientos son verdaderos.

—Entonces —me pregunta Dalia—, ¿la verdad filosófica reside en su utilidad?

—Define ‘utilidad’.

—¡No seas mamón!

 

Continúa 45

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".