LA GUERRA DE LOS DIOSES, IV

Salón Real

 

Huitzilopochtli observa las estrellas. Entra un Caballero Águila.

 

CABALLERO ÁGUILA: Mi señor, está aquí Quetzalcóatl, Sacerdote Máximo del Altepetl.

 

Entra Quetzalcóatl, sale Caballero.

 

QUETZALCÓATL: ¿Mi señor?

HUITZILOPOCHTLI: ¿Qué ha pasado en la batalla? ¿Qué pasado en el frente? Si es que aún hay un frente que nos deslinde de la muerte.

QUETZALCÓATL: El ejército jaguar se retira, aunque ha ocasionado muchos daños en nuestras filas y en el corazón de nuestra gente. La mayoría de los Caballeros Águila están malheridos o muertos, hechos pedazos en toda la extensión de nuestros pasillos.

HUITZILOPOCHTLI: Tal vez debí haber incluido a mi hermana en los destinos del Altepetl.

QUETZALCÓATL: Con todo respeto, mi señor, pero… ¡Eso hubiera sido terrible! Coyolxauqui niega el dualismo cósmico. Ella sólo quiere oscuridad y muerte en nuestro destino. Por eso quiere llevar el Altepetl al Koyonki, la constelación oscura, porque sólo le importa la muerte, sin importarle, en lo más mínimo, el dualismo cósmico como el equilibrio fundamental del espíritu.

HUITZILOPOCHTLI: Su ejército es cada vez más poderoso.

QUETZALCÓATL: Pero podemos vencerlos, mi señor. El equilibrio, siempre prevalece.

HUITZILOPOCHTLI: Dime, dime entonces qué debo hacer.

QUETZALCÓATL: Creo que el tiempo para cada ser tiene su ciclo.

HUITZILOPOCHTLI: ¿Qué quieres decir? ¿Quieres decir que ya no sirvo? ¡No estoy tan viejo como crees!

QUETZALCÓATL: No me refiero a su edad, mi señor, sino a su tiempo. Su momento en el tiempo, su ciclo, su ciclo en este tiempo eterno.

HUITZILOPOCHTLI: Continúa.

QUETZALCÓATL: Su ciclo cósmico ha terminado, mi señor. Y debe aceptarlo, aunque le duela, mi señor.

HUITZILOPOCHTLI: ¿Tu consejo?

QUETZALCÓATL: Heredar el trono a uno de sus hijos. Bueno, al que usted considere el apropiado para el cargo. Sólo así podremos vencer el poder de Coyolxauqui y su implacable Ejército Jaguar.

 

Huitzilopochtli camina hacia un Mural teotihuacano donde aparecen sus tres hijos: Mexica, Azteca y Ténoch.

 

HUITZILOPOCHTLI: Mis amados hijos… Azteca, la mayor y coadjutora de mi gobierno. Ténoch, el único varón y… Gran decepción (suspira). Y… (sonríe) Mexica. Mexica la menor. (pausa) ¿Quién? ¿Quién de ellos debe ser mi sucesor? (transición) Mira, siempre traigo conmigo su pulsera de jade.

QUETZALCOATL: ¿Aún no sabe nada de Mexica?

HUITZILOPOCHTLI: Aún no, pero sé que está viva. Lo sé, lo sé y la siento aún viva.

QUETZALCÓATL: Yo también estoy seguro de ello.

HUITZILOPOCHTLI: La última vez que la vi fue en aquel juego de pelota. La extraño, Quetzalcóatl. La extraño mucho.

QUETZALCÓATL: No se preocupe, mi señor. Yo le prometo que la voy a encontrar (sale)

HUITZILOPOCHTLI: Te extraño, Mexica. Te extraño mucho, hija.

 

Continúa V

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".