La metamorfosis de AMLO: de iracundo a parsimonioso

En tiempos de campaña la desesperación por captar el voto obliga prácticamente a todos los candidatos a prostituirse. Todo es posible en aras de avanzar en las encuestas. Por ejemplo, la evolución de la imagen de Andrés Manuel López Obrador es digna de análisis.

Si trazáramos una línea de tiempo respecto a su comportamiento como candidato (2006-2018), encontraríamos una trasmutación del otrora jefe de Gobierno capitalino de una fase que va desde el iracundo extremista que manda al diablo a las instituciones, hasta el nivel del parsimonioso precandidato que recomienda jocosamente tomar amlodipino al presidente para serenarse y cuidar la salud. Vaya forma de alejarse de aquel demonio que con honestidad valiente y furia llamaba a Fox “chachalaca”.

O a López Obrador lo exorcizaron y le sacaron el chamuco, o de plano los asesores de imagen y coaching lo tienen bien contenido y le han incrustado el chip de la amabilidad, el relajamiento y la bonhomía. Hasta los expertos de imagen pública que en estos procesos de reingeniería buscan mejorar la percepción del candidato opinan que se vale todo, menos perder la esencia; sin embargo, parece que el de Macuspana tiene muy clavado el trauma de haber perdido la elección, entre otros factores, por haber perdido la cabeza.

¿Hasta cuándo durará la delicada y tierna imagen del precandidato de la coalición PES-PT-Morena? ¿Podrá sostener el personaje de afable y simpático?

Estoy convencido que la prensa ha sido ruda con AMLO, lo han estigmatizado todo el tiempo como Cascarrabias; se han ensañado mostrando sólo una parte de su personalidad, pero tampoco pienso que todo el tiempo se la pase relajado.

Con todo este tiempo en campaña, desde 2006 a la fecha, presentimos que el AMLO de la República Amorosa y el que pide perdón, luego el relajado, confirma cierto trastorno disociativo de la identidad, o en otras palabras: ¿quién es Andrés Manuel López Obrador: el Dr. Jekyll o Mr. Hyde?

Y si no bastara sólo el cambio de actitud demasiado optimista para enfrentar la campaña, AMLO recurre a la inclusión de nuevos estrategas que se distancian de aquellos duros personajes que defendieron el “voto por voto…”. Tatiana Clouthier fue designada como la jefa de campaña, y el empresario neolonés Alfonso Romo como responsable de estrategia y enlace con empresarios, gobiernos y sociedad civil. Así, el tabasqueño recurre a dos símbolos que buscan congraciarlo con el conservadurismo, la burguesía, ese sector del mercado electoral que no lo ve con buenos ojos desde que amenazó con el incendiario discurso de las expropiaciones y de condena a la fortuna mal habida de algunos empresarios.

Esta etapa de experimentación debe servir para hacer ajustes, ni muy muy, ni tan tan. A quien le gustan los productos light puede confiar en un Peje menos tóxico y más suavecito; a quienes nos gusta la franqueza preferimos al tabasqueño con enojo porque esa es la naturaleza del eterno candidato que desafía a la mafia del poder. Y usted: ¿qué versión de AMLO prefiere?

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.


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EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.