Esta será la última Navidad de Andrés Manuel López Obrador como presidente. Sin ser Santa Claus, el tabasqueño ha derrotado a los fantasmas políticos de la oposición que, al igual que el rapaz y tacaño Scrooge, se negaron a compartir sus riquezas entre los que menos tienen, haciendo del erario público el botín ante los ojos de un pueblo que moría de hambre y desolación.
El “cabecita de algodón”, como cariñosamente le dicen sus fieles seguidores -que aumentan día con día y están orgullosos de ser partícipes de la 4T-, ha obsequiado el cobijo de las pensiones a los adultos mayores, creando un halo de esperanza donde por décadas no la hubo; de igual manera, creó las becas para jóvenes y amparó con programas sociales a la niñez y a los campesinos; aumentó el salario mínimo e impulsó proyectos de desarrollo económico que paulatinamente van generando el equilibrio y la estabilidad esperados, y encabezó innumerables acciones contra la corrupción e impunidad como parte de la austeridad republicana.
En esta Navidad nada parece escapársele al presidente López Obrador, como el castigo a los depredadores de la clase política que por décadas le negaron el bienestar a su pueblo y hoy están paralizados, con los colmillos helados y sin esperanza de recobrar la jauja del gobierno, porque saben que la elección del 2024 está perdida y ni Santa Claus les podrá devolver la credibilidad ni la legitimidad que basaron en la ignorancia y la opresión de la gente.
El “cabecita de algodón” le ha dado una lección de honradez y humildad a la antigua clase política que conoció de cerca, que intentó desaforarlo y que le impidió llegar a la Presidencia de la República en reiteradas ocasiones; a ojos de propios y extraños vive días de gloria y habrá de dejar su encargo con un grato sabor de boca de la mayoría de los mexicanos; no tendrá que esconderse en Guanajuato, en Francia o en España, no necesita huir del país porque sus bolsillos y sus manos están limpias de corrupción y su conciencia está en paz.
La impotencia navideña de la oposición es más gélida que su inoperancia política, pero el “cabecita de algodón”, con su bondad característica, le dará el mejor de los obsequios:“abrazos, no balazos”.
¡Feliz Navidad!
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
