Leoncio Pineda Godos: más pena que gloria para el PRI

Pese a los señalamientos en su contra, en junio José Leoncio Pineda Godos tomó protesta como presidente del CDE del PRI Hidalgo. Desde ese momento la suerte no le favoreció: su arribo lo hizo en un evento desangelado del que mucho se rumoró cómo los asistentes comenzaron a salir antes de que tan sólo pudiera arrancar su discurso. Sin apoyo ni carisma, Pineda Godos había llegado para operar políticamente.
Su tarea prioritaria sería renovar la estructura y el CDE, tomando en cuenta que la mitad del trabajo se lo había heredado Alberto Meléndez Apodaca, que en un desesperado intento de no ser removido y después de casi 19 meses, decidió involucrarse en el trabajo que presidía.
Pineda Godos arribó con un fuerte contingente de “sombrerudos” (como apodaron inmediatamente las lenguas priistas), quienes con modos hoscos y majaderos buscaron incomodar al personal de oficinas para probar la superioridad que les otorgaba ser gente del exalcalde de Tepepaulco; nunca se plantearon que sus modos desgastarían terriblemente la imagen de José Leoncio, que cayó –como varios de sus antecesores- en el juego de la novatez de quien no sabe hacer política.
Sus primeros pasos fueron dos nombramientos publicados en redes sociales –de nuevo hizo gala de poca experiencia-: Levi Leines y César Mora, secretario particular y secretario de organización.
Levi Leines trabajó como titular de Servicios Municipales en el Ayuntamiento de Pachuca durante la administración de Eleazar García. En ese período nunca logró destacar medianamente como político, al contrario: no se hicieron esperar los rumores que lo asociaban con los dudosos manejos financieros, además de ser el responsable directo de la larga lista de problemas con las empresas recolectoras de basura y pepenadores. Por cierto, si recuerda el grave problema que existe actualmente con los basureros de la capital, puede preguntarle al secretario particular de Pineda Godos.
Leines no tardó en mostrar su falta de talante político en las oficinas de CDE: los modos prepotentes de quien desesperadamente quiere dirigir un barco en el que no reconoce ni las velas, lo han llevado a ventanearse en más de una ocasión, y ahora se encuentra más ocupado en administrar los recursos financieros que en atender sus tareas como particular.
Leines tampoco tardó en asomar su lado romántico para galantear a cuanta señorita se le atravesara y menos para disfrutar en algunas convivencias. Lo que el –ya no tan- joven particular desconoce es que esa forma de trabajo dejó en la banca a más de un político hidalguense que cruzó por el nicho priista.
Aunque la llegada que sería tomada de la peor forma es la de César Mora Velázquez, quien asumió el cargo de secretario de Organización, pese a ser originario del Estado de México y ex regidor por el municipio de Tlalnepantla, lo cual levantó cientos de ámpulas entre los priistas que ven en el mexiquense a un desconocido sin méritos.
Pueden existir diversos comentarios sobre Mora Velázquez, lo cierto es que sus escasos días en el Invencible hidalguense han dejado ver a un personaje sin el menor conocimiento de la geografía y política de la entidad, con perfil de operador de escritorio, que ha manifestado desafiante que su trabajo “no necesita de ningún delegado político”, factura que le cobraron con la fuga de información y golpeteos políticos que mostraron su novato perfil en el registro de fórmulas municipales.
Por otro lado, Mora Velázquez tiene un discurso sobre estar limpio de vínculos con grupos, pero lo que el joven no ha balanceado es que esa virtud puede jugarle graves conflictos, porque quiere decir que la clase política hidalguense no le debe ningún tipo de reconocimiento.
César Mora decidió “correr” al personal administrativo de la secretaría que encabeza por vínculos que pudieran albergar, al tiempo que su trabajo es realizado por los equipos de sus antecesores, que han notado cada una de sus fallas y flaquezas.
A este trío se une Erika Rodríguez Hernández, secretaria general, que a pesar de ser anulada casi en su totalidad por el mexiquense, intenta generar trabajo y abrir puertas de oportunidad a mujeres con las que ha coincidido en encargos anteriores.
Su grave error fue mantener como persona de confianza a la exsecretaria privada de Ricardo Crespo, pues no sólo representa una fuga importante de información, sino un seguro mal trabajo -como ocurrió antes- y parece un mensaje sobre el apoyo a un político que está en la lista negra. Por eso dicen; “no hagas cosas buenas que parezcan malas”.
A tan poco tiempo de su arribo al PRI, Pineda Godos permanece refugiado en su oficina sin tener mayor actividad que asistir a eventos -las críticas por su precario discurso no se han hecho esperar-, abandonando en su totalidad la tarea de operación política.
La semana pasada se llevaron a cabo despidos masivos en el Invencible, los cuales podrían contemplarse como una decisión de limpiar el instituto. Lamentablemente la falta de oficio político de los actuales inquilinos no tardó en generar cuchicheos que abundaban sobre la decisión que había tomado el gobernador de Hidalgo.
La falta de carácter, experiencia y liderazgo de Pineda Godos, Mora Velázquez, Leines y Rodríguez Hernández, ha creado diversos círculos de ataque a los edificios de la Plaza Juárez y el bulevar Colosio, que se han encauzado en redes sociales como “Pachuca Hidalgo” y “Nerd Político”, o las constantes reuniones en las que se trata la “injusticia” cometida por el primer mandatario.
Pineda Godos ha sido incapaz de recibir a las personas afectadas por su decisión para darles una explicación concreta: las finanzas del partido están en la calle y el edificio está atravesando un difícil momento, prefirió esconderse y pedir a sus subalternos que dieran el mensaje sobre la indicación del gobernador.
No existe peor daño político que el hecho de que una lealtad genere diez odios al líder, esa dinámica fue implementada por Francisco Olvera y Ricardo Crespo, y las consecuencias se leen solas.
Mientras el cuartero encargado del CDE del PRI se preocupa por desocupar espacios, los eventos de renovación generan la más baja asistencia de tricolores, y esto es culpa directamente de los operadores de escritorio, que tienen tanto miedo a exponerse frente a la militancia por falta de experiencia que prefieren mantenerse en sus endebles oficinas. La consecuencia que no han contemplado es el desgaste que le están propinando al primer priista del estado.
Leoncio Pineda Godos ha lucido tan pobre de liderazgo que ni siquiera se ha enterado que las negociaciones le corresponden a él, no a los delegados; ni siquiera se atreve a dar entrevistas abiertas porque sabe perfectamente que sería cuestión de segundos para que lo hagan trizas.
El CDE del PRI sigue a espera de liderazgo, pero dicen que no falta mucho; es cuestión de que pase septiembre, porque César Mora intenta adquirir una cartera en el CDE o el gobierno del Estado de México después de abandonar su sueño guajiro de ser diputado federal de elección popular por Hidalgo; mientras Leoncio Pineda y Erika Rodríguez marcharán a buscar concretar sus aspiraciones.
Regresa la pregunta de oro: ¿quién y cuándo llega al CDE del PRI Hidalgo?
Comienzan a rodar –de nuevo- las apuestas.