Lidia García busca diputación de la mano de Gerardo Sosa

Lidia García, exlíder sindical –o por lo menos queremos suponer que solicitó licencia a su cargo-, se ha caracterizado por ser fiel vasalla de Gerardo Sosa Castelán. Mientras formó parte del personal administrativo de la UAEH destacó por su protección a sectores como el de las trabajadoras sociales de la comunidad universitaria, que son bien conocidas por su falta de trabajo e ineptitud para apoyar a los estudiantes pero con altísimas prestaciones.

La “académica” nunca ha destacado por su preparación, ni siquiera por ser buena catedrática, al contrario: sus protegidos podían gozar de los mayores privilegios sin realizar trabajo mínimo, y sus métodos de porro universitario salieron a la luz  cuando azuzaba a la gente a cambio de prebendas o gritar enérgicamente para llamar la atención.

Para no ir muy lejos, imagine usted que Oscar “El Perro” Pelcastre fuera el presidente del patronato universitario y Edith “La Güera” Ibarra en esta metáfora sería representada por Lidia García, la única diferencia entre la FOIDEH y el Grupo Universidad es que éste último se disfraza y perfuma con la palabra “academia”, pero ni así logrará dejar de ser un puñado de porros.

Es por ello que no podemos dejar de puntualizar sobre la huelga de la UAEH, que versó sobre la falta de prestaciones para el personal administrativo, y ¿adivinen a quién no le alcanzó el dinero para hacer los pagos? Claro: a Lidia García Anaya, ahora candidata a diputada federal por Morena en Pachuca.

Más bien pareció que la presión de los universitarios fue para recibir suficiente dinero público para financiar campañas y las famosas redes ciudadanas auspiciadas por el Grupo Universidad.

De seguir esta línea podemos decir que tan lejos han llegado que han suspendido pagos a trabajadores de honorarios, por cierto, la modalidad preferida para pagar a todos aquellos jóvenes que trabajaron en campañas y con los cuales se generaron compromisos.

Las propuestas de la exlíder sindical no tienen pies ni cabeza, y basta escucharla para saber que su título es un bello regalo de los porros universitarios, o por lo menos, es la impresión que causa.