Los espejismos del PIB

Al hablar de economía, poco importa el PIB de un país, sino la concentración de la riqueza, base del sistema capitalista que nos rige.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Invariablemente, cuando hablamos del Producto Interno Bruto (PIB) nos empuja la bruta idea de que, a mayor producción de bienes y servicios, mayor estabilidad económica de un país, y cuando nos referimos a un país, hablamos de sus habitantes.

Sin embargo, sobran ejemplos de países donde el PIB es notoriamente creciente, y entre ellos se encuentra una serie de países industrializados, algunas potencias sustantivas de la economía global, pero esto no implica que no tengan población en pobreza y desigualdades de oportunidades económicas, sociales y culturales.

Entonces, ¿cuál es el espejismo del PIB? En términos estrictos, no se trata del PIB, sino de la concentración de la riqueza, que es la constante del sistema capitalista en el que vivimos, donde los frutos de la creación y generación de riqueza se quedan en pocas manos. Por esta razón percibimos indicadores claros en países con riqueza espeluznante, como Estados Unidos, donde ser dueño de una casa es poco menos que sacarse la lotería y, por poner un ejemplo cercano, pagar los estudios universitarios de los hijos suele ser un viacrucis.

Si revisamos las pendejadas y espejismos de los grandes teóricos de la economía de mercado, apreciaremos que se dan por bien servidos hablando de la correlación del PIB, la inflación y las cuestiones tributarias, y eso lo han hecho por décadas, sin que hasta ahora exista una distribución de la riqueza que le permita a TODO SERHUMANO ganarse el sustento en los parámetros de dignidad que garantice una realidad de oportunidades y no una tragedia social.

Tampoco es admisible, en este entramado de espejismos de la producción y la riqueza, señalar que existen seres más inteligentes y que por ello son ricos, porque entonces Enrique Peña Nieto sería casi un genio y habría ganado el Premio Nobel, claro, no el de la paz, porque lo que menos tiene el país que gobernó es paz social.

 

Hablemos claro: la riqueza y la pobreza son sistémicas; se ha construido un sistema que las controla y diluye su distribución para la mayor parte de las personas.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

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