Uno de los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU es garantizar estrategias para consolidar un futuro sustentable cuando el planeta ya se encuentra devastado por la intervención humana y el incremento demográfico incide en la depredación de los ecosistemas, impulsado principalmente por las potencias económicas e industriales.
Los estragos de lo anterior se perciben día tras día en la escasez del agua, la contaminación y la extinción de especies de flora y fauna. Desde los “países verdes” ha surgido la propuesta de instaurar impuestos que obliguen a las empresas no sólo a pagar para preservar el medio ambiente, sino también a crear tecnologías limpias.
La obligatoriedad fiscal de los impuestos verdes no sólo se reforzará con multas, sino con una aparente estela de responsabilidad ética de las empresas, que en caso de no cumplir tendrán que responder legalmente con medidas de reparación de daños al medio ambiente y ecosistemas que van más allá del dinero.
Desde hace años he insistido en que la mejor forma de preservar el planeta es convertir a los ecosistemas en negocios, de modo que los mercados empujen sus lógicas de consumo al cuidado del medio ambiente; eso ha impulsado en la industria turística una conciencia de protección a playas, bosques, flora y fauna, pero aún es insuficiente y sigue habiendo negocios paralelos que violan la ley.
La fragilidad de los ecosistemas ha dado paso a la miseria de pueblos enteros y hoy está en riesgo la viabilidad de la humanidad, que lucha por preservar el agua, procurar la carbono neutralidad, controlar la polución industrial y crear una nueva cultura que disminuya el consumo de ganado.
Al parecer no hemos aprendido nada de la ciencia y la hemos utilizado para destruir, seguimos siendo el homo homini lupus, como consideró Thomas Hobbes.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
