Los yerros escarlatas (I)

Cuando los Diablos Rojos presentaron en abril pasado su equipo para la temporada 2019 en el nuevo estadio Alfredo Harp Helú, dijeron que buscarían el campeonato, cosa que no lograrían por múltiples yerros administrativos y deportivos.

Desde entonces, resultaba evidente que les hacía falta pitcheo, lo que quedó en evidencia al ser superados, en la primera vuelta, por los Guerreros de Oaxaca, y en la segunda, por los Leones y los Tigres, pese a lo cual calificaron en primer lugar, y aunque derrotaron a los Tigres en siete juegos, fueron barridos por los Leones en la serie final sureña.

Aunque, en apariencia, quedaron en quinto lugar en asistencia, con 389 mil 641 espectadores, con promedio de 7 mil 216 en 54 juegos de la temporada regular, la cifra es muy engañosa.

Luego del lleno inaugural contra los Tigres y una gran asistencia en la serie que fue ganada por los felinos, nos topamos con la novedad de que los boletos más económicos de los jardines no estarían a la venta.

Los espectadores estaban obligados a comprar boletos más caros, de 150 o 200 pesos, de acuerdo a los días de la semana, con otros alcanzando los 900 pesos, los más caros en toda la liga.

Al ver que las entradas disminuían a medida que avanzaba la temporada, la administración encabezada por Othón Díaz comenzó a inventar promociones: hizo el Día del Universitario, cobrando a solo un peso la entrada; los de Inapam, a 10 pesos, y a los oficinistas, precios especiales; pero siempre entre semana y en pocas ocasiones. Después de una gran entrada, al día siguiente había pocos aficionados, ya sin la promoción. Y es que, los fines de semana, se mantenían los precios altos y sin descuentos.

Así, pues, había que preguntar los precios día con día, y es que, ahora sí, cobraban lo que se les pegaba la gana.

Teníamos entendido que solamente se podía aumentar el precio una vez por temporada. Aquí lo hicieron varias veces. En la inauguración, los jardines costaron 80 pesos. Entre semana, cuando abrían, 40 y 50 los fines de semana.

En los playoffs, de plano, los más baratos eran de 100 pesos, no importando el día de la semana, tratando de recuperar lo antes posible la inversión del nuevo estadio, algo prácticamente imposible antes de varias décadas.

En una medida antibeisbolera, se comenzaron a cobrar los dobles juegos, sacando a los espectadores y haciéndolos volver a pagar; además, apareció la nefasta reventa. En los juegos normales, solamente sorprendían a quienes aparecían por primera vez, pero en los playoffs acapararon los mejores lugares.

Con todo, el promedio de asistencia quedó en una tercera parte de la capacidad del estadio, algo bastante decepcionante, pero que es reflejo de la pésima administración escarlata.

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Por: Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.


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JOSEANDO - Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.