Era un día de Halloween y los norteamericanos se aprestaban a los festejos con sus mejores galas. Un día estrambótico donde la gente se disfraza y conmemora el día de la “maldad”, Nueva York no era la excepción, tanto niños como adultos y ancianos se disponía a celebrarlo.
En Manhattan, un hombre de 29 años de origen uzbeco embistió con su automóvil a gente que caminaba cerca de una ciclovía: mató a 8 personas y dejó heridas a 12, de las cuales 5 eran argentinas, una belga y dos norteamericanas. El sujeto reivindicó el atentado en nombre del Estado Islámico (ISIS).
Esta tragedia sigue aleccionando al gobierno de Estados Unidos sobre las cuentas pendientes que tiene con el mundo musulmán, por ello no extraña que el terrorismo se siga haciendo presente tanto en el vecino país del norte como en sus aliados, recordemos los atentados en Inglaterra.
La reacción de Trump fue la acostumbrada: iracundo, se fue en contra de las minorías y con la xenofobia acostumbrada señaló que Estados Unidos habrá de recrudecer su política migratoria y será más estricto en cuanto a los visados, al tiempo que seguirá negando visas a algunos países musulmanes.
Desde el atentado de las torres gemelas -anteriormente ubicadas a dos cuadras de donde sucedió el más reciente atentado en Manhattan-, Estados Unidos evidencia que no es invulnerable y que los atentados terroristas se seguirán suscitando, cuestión por la que el asunto no es sólo de seguridad, sino de cambiar los protocolos de las relaciones internacionales, muy acompañados del respeto al derecho ajeno y a la autodeterminación de los pueblos. Ése, en realidad, es el mejor antídoto para el terrorismo.
Es evidente que esta tragedia debe aleccionar a otros estados que deberán ser respetuosos y delicados con el trato a nivel internacional; no se puede ofender ni pisotear la soberanía de los demás países, porque esto tiene consecuencias.
Aprender de la historia es necesario, el rayo que le cayó a Estados Unidos en el atentado a las torres gemelas en Nueva York aquel 11 de septiembre debería ser suficiente para que su trato y respeto a otros pueblos fuera la constante de su conducta internacional, pero quizá el peso de su tutela imperialista le sigue pesando y pasando facturas y gotas amargas.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
