Nadie le cree al PRI… ni en Hidalgo ni en México

Lo peor que le puede pasar a un partido político es perder su identidad porque pierde credibilidad tanto con su militancia y, sobre todo, con la ciudadanía. Esto es lo que le está pasando al PRI, cuya narrativa “revolucionaria e institucional” no es creíble, porque en los hechos, es antirrevolucionario y antiinstitucional.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Lo peor que le puede pasar a un partido es perder su identidad política como interlocutor de la ciudadanía y pasar al olvido por su incapacidad orgánica de conducción social.

En la lectura crítica de la política en Hidalgo, el PRI -otrora partido hegemónico-, paulatinamente ha ido perdiendo identidad en sus bases militantes y en la ciudadanía frente al extravío de su ideología que utilizó los símbolos patrios y a la Revolución como argumentos de reivindicación social.

Para la base militante tricolor, la concentración del poder político en la cúpula del partido, que se sucede en el manejo de los escaños públicos a título de herencia política, ha ido en menoscabo de la democracia interna y ha constreñido las oportunidades de movilidad y ascenso de nuevas ideas y personeros, los cuales se encuentran en proceso de defección ante los visos de derrota electoral del 2 de junio.

La sucesión interminable -que encabezan Carolina Viggiano y Francisco Olvera-, no es sólo un problema de renovación de cuadros, sino de verticalidad política, que atenta contra el discurso nacionalista y revolucionario que creó la identidad del partido tricolor.

Si se advierten las implicaciones identitarias de los dos vectores del partido revolucionario e institucional”, en primer término lo revolucionario”, en su estructura política, nació para hacer frente al autoritarismo de Estado, por lo que la democracia era el signo inequívoco que debía defender el partido, tanto hacia el espectro político nacional como hacia sus estructuras y, en segundo término, si se atiende a lo institucional”, nada tan aleccionador como respetar a la estructura de poder que como toda institución tiene principios, tiempos y movimientos de organización, cuestión ausente.

La identidad política del PRI en Hidalgo y, desde luego en la nación, se encuentra en riesgo. El pragmatismo y los usos del poder han creado pruebas empíricas que en vez de ser un partido revolucionario es antirrevolucionario y, en vez de respetar la institucionalidad política, ha creado un cisma proclive a la corrupción e impunidad, de la cual la clase política local y nacional ha sucumbido en la malversación pública, corrupción e impunidad, mismas que son impugnadas por la ciudadanía que intenta convencer en este proceso electoral y más allá de él.

En esta atmósfera incierta, la legitimidad y credibilidad del tricolor frente a la ciudadanía experimenta los momentos más álgidos de su historia política. La ideología que caracterizó al tricolor -al menos en su retórica- ha perdido fuerza identitaria, por lo que los discursos amenazantes en este proceso electoral de que para la ciudadanía se cierne el miedo”, como una descomposición sistémica creada por el gobierno morenista de López Obrador, no cuadra frente a la realidad transformadora del gobierno de alternancia de Julio Menchaca, por lo que este discurso no sólo es percibido como antidemocrático, sino, no encaja en la realidad del imaginario colectivo de Hidalgo.

La erosión de la identidad política del PRI es directamente proporcional a su deterioro ideológico.

El análisis de la ideología es contradictorio con la conducción política, porque la ideología hace referencia a aspectos irracionales de la mente humana que interfieren con el conocimiento científico” como señaló Durkheim, pero en el uso político, resultó una herramienta indispensable para hacer creer a la ciudadanía lo que la ciencia jamás fundamentó.

La ideología del PRI, como la de todos los partidos, es una narrativa irracional de las condiciones de Estado. Pero, genera ideas e ideales que marcan convicciones sociales que, en el contraste de los hechos, se pueden perder; ese es el riego de la pérdida de identidad política del PRI, donde ya no es creíble para su base militante y ciudadanía la narrativa revolucionaria e institucional”, porque en los hechos, es antirrevolucionario y antiinstitucional.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.