Quiero una tumba para el amor

Como todos, me enamoré y desenamoré, abrí ilusiones y las enterré; dormí pensando en ella, primero con deseo y ternura, luego con rencor y desdén. Así fue.

Después de unos años me pregunté: ¿por qué debo buscar el amor? La respuesta la encontré en una sociedad ávida de compañía, con reticencia al ostracismo, al abandono y a la soledad, timorata y superflua, donde el triunfo se medía en la relación de dos, donde la verdad siempre era defender la felicidad.

La felicidad me encabrona en la cara del pendejo de falsas expectativas, donde tiene que ser per se, donde no queda otra cosa que aceptarla porque todos tienen en su pendeja mente el peso aplastante de tenerla y detenerla en sus manos. Es un bien preciado pero sin sentido, unipersonal para compartir y amorfo.

Entonces me pregunté: de 7500 millones de pendejos y pendejas que vivimos en el planeta, por lo menos 7000 vive en la miseria más espantosa, su calidad de vida es nula, sus oportunidades prácticamente inexistentes, su muerte más dolorosa que ninguna, ¿ellos son felices?, o acaso, ¿este pendejo mito de que los pobres y desposeídos son más felices que los ricos y detentadores es cierto?, y entonces, ¿por qué en una imagen de comercial de televisión nos presentan a una familia bien nutrida, con vacaciones, con la casa y el automóvil último modelo y con escuelas brillantes?

Nunca me presentan a un niño indígena o negro en un comercial como la imagen del éxito, ni siquiera a la hora de portar un pañal: siempre son blancos y en el estereotipo, lindos.

Me canso del amor y quiero darle sepultura. Lo meloso de una sociedad que en realidad lo que menos tiene es amor me emputa, me vuelve un hipócrita de estación, de Starbucks, de plática culta, en fin, uno de esos pendejos que sabe mucho pero entiende poco, o al menos desea entender poco porque la banalidad de la felicidad-amor es poco menos que un castigo al caminar.

Si alguien cree en el amor, pruebe que no es sólo el intento por evitar la soledad y el abandono, pero si piensa lo contrario, revise lo certero de su portal a la vida.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.