Ser y Devenir 119

No creía en fantasmas  hasta que vi salir al niño de la pintura escondida en la torre Oeste del castillo Humboldt.

Are you mexican? —me preguntó.

El doctor Solange, nuestro profesor de Artes, solía impartir su cátedra a la orilla de Lake Tahoe aventando pequeñas piedras a su paso. Todo un experto haciendo “patitos” mientras nos relataba la historia simbólica de los colores. ¿Sí saben que son los patitos? Las veces que la piedra rebota en el agua antes de hundirse. Pues él era el campeón con siete patitos en una ocasión y, al finalizar la clase, varios se quedaban para intentar romper su record. Imposible, ese maestro parecía un brujo moderno, queriendo ocultar e, irónicamente, asomar notoriamente en su cuello el fragmento de un aparatoso tatuaje y, además, se decía que era uno de los hijos no reconocidos de Jean-Paul Sartre.

—¡No mames! —le respondí a Noah cuando me dijo lo anterior y, obviamente, no me entendió en español.

Pardon?

Are you sure?

That’s what they say.

Y me quedé pensando en la fotografía desnuda de Simone de Beauvoir mientras fotocopiábamos las imágenes de algunos libros, Solange nos había dejado investigar la naturaleza de las pinturas del castillo y, dividiéndonos en equipos, dándonos a elegir la exposición de alguna en particular. No sé si lo hizo a propósito o si su criterio de selección fue vilmente tendencioso, pero el hecho es que los grupos estaban formados por evidentes estereotipos. El equipo azul, formado por los hijos de grandes magnates con apellidos rimbombantes que no se juntaban más que con los hijos de otros grandes magnates con apellidos también rimbombantes. El equipo rojo, formado por los cerebritos del salón, güeyes que hoy en día trabajan en el MIT, la NASA y hasta secretamente para el gobierno ruso. El equipo verde formado por los ñeros neonazis, todos bien pendejos y la mayoría, hoy en día, en prisión o muertos. El equipo amarillo formado por los deportistas o atletas y, finalmente, el equipo naranja, formado por los raros del salón:

Serner o Mexican, como me apodaba la vox ultra-fresa-populi del Trinity College, y mis compañeros Noah o Lady Boy, Robert Gale o Bob Pig, un compañero con exceso de sobrepeso, Sam Edson o Purple Ed, el único afro-americano de toda la escuela, y Lucas Benson o Little Ben, pequeño y alérgico a todo.

Orange is the colour! —exclamó Benson emocionado y, de inmediato, le dio un fuerte ataque de interminables estornudos que parecían acabarlo lentamente.

Los demás equipos se alejaron del lago burlándose de nosotros, sin embargo, yo miré con detalle a mis compañeros y, por alguna extraña razón, sentí que debía estar en ese equipo. ¿En serio? A mi hermano le parecía lo contrario. ¡Míralos! Noah mirándose de manera femenina al espejo, Bob engullendo unas grasientas patatas, Sam sacándose los mocos para comérselos sin que “nadie” lo vea y Benson luchando por su vida para no morirse de tanta alergia. Aún cuando mi visión parecía decirme lo contrario, yo sentía que debía estar con ellos. Es mi equipo.

Terminamos de sacar las copias y nos reunimos en mi habitación, por ser la más grande de todas, para trabajar y terminar de preparar la exposición.

—¿Sí saben quién mató al profesor Goldman? —nos pregunta Benson.

—Nadie lo mató —aclara Noah—, su auto se quedó sin frenos.

—Fue Kalten —dice discretamente Bob y, todos en suspenso, nos quedamos viendo.

—No lo creo —dice Benson después de otro estornudo—, Kalten es un cobarde, jamás se atrevería a hacer algo así.

—¿Y por qué lo haría? —pregunta Sam y, de inmediato, Bob le responde:

—A mí me dijo que lo mató por ser judío.

—¡Maldito nazi! —exclama Benson y, de pronto, vuelve a estornudar.

—“Neo-nazi” —aclara Bob.

—¡Es la misma mierda! —replica Benson.

—¿Tú qué piensas? —me pregunta Noah.

—No fue él —contesto y se hace un silencio.

—¿Cómo sabes?

—Porque sé quién fue.

Otro silencio.

—¿Fuiste tú?

Niego con la cabeza.

—¿Entonces quién?

—El fantasma de la torre —les respondo mientras ilumino con la lámpara el retrato del niño con el uniforme escolar antiguo.

 

Continúa 120

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".