Ser y Devenir 130

¿La muerte de Dios o las muertes de Dios? Debes tomar el medicamento, me dicen mientras mis recuerdos en Humboldt me provocan insomnio. ¿Es la muerte de todas las posibilidades de Dios o las diversas muertes de Dios? Suspiro aquel invierno solitario en el castillo. ¿La palabra de Dios o las palabras de los dioses? Si tomo las pastas, duermo, pero si duermo ya no recuerdo. Y necesito recordar para escribir mi libro de filosofía. El problema no reside únicamente en dormir sino que, por más doloroso que sea para mí, es el insomnio mismo el que me pone filosóficamente alerta. Sin éste no sería filósofo o tal vez soy filósofo por éste, pero sea la causa, el efecto o su relación bicondicional, dicho insomnio se alimenta provechosamente de mi angustia existencial.

¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Qué no soy? Y mi por qué en las tres. ¿Qué quiero? ¿Qué siento? ¿Qué amo y qué odio? Y contestarlas en mis propios términos y no en términos externos. ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Qué es bello y qué es feo? ¿Qué es verdadero y qué es falso? Mi ser individual como medida de todas las cosas.

—¿Puedes sostener el mundo en tu ser?

—No el mundo, pero sí mi mundo.

La semana pasada regresé al rancho de mi abuelo, ahora fraccionado en múltiples terrenos propiedad de mis primos, sobrinos y algunos compradores externos. El camino ahora está pavimentado, hay muchos vehículos circulando y todo el lugar está sumamente poblado. Es como si llegara a otro mundo, otra realidad y otro universo por los cambios claramente objetivos pero, sobre todo, por los inminentes cambios en mi ser treinta años después del alzamiento armado.

Creí que ya nunca más tenía que volver aquí, pero algunos familiares, en el deslinde de sus predios, descubrieron un monte escondido a mi nombre. Un bosque de cuarenta hectáreas que, no obstante, lo que más me llamó la atención fue la fecha de la escritura coincidente con la histórica sublevación indígena. Mientras mi hermano arengaba la insurrección popular en el rancho, mi abuelo ponía a mi nombre dicho monte y reformaba su testamento favoreciéndome del todo. El origen de su embolia, ahora lo compruebo, fue multifactorial.

—Perdóname, abuelo.

No quise entrar a la casona, ahora habitada por una tía lejana y lo que menos quería era ser interrogado y tener que entrar por mera formalidad en detalles sobre mi vida personal. En todas las familias hay gente chismosa, en unas más y en otras mucho más, pero en la mía los chismes sólo buscan respuestas que mejor le acomoden a quien las formula y les vale madre cómo estés sentimental o emocionalmente. Sólo se interesan en tu vida para olvidarse de lo miserable y patéticas que son sus propias vidas, dándole sentido a su existencia mediante cosas externas a ésta. El patrón de comportamiento se repite en todos los niveles del pensamiento. Al menos en los miembros de un rebaño. Putas preguntas y putas respuestas. Nada les gusta. ¿Cómo has estado? De la chingada. ¿Por qué? Te vale madres. ¿Necesitas ayuda? No quiero. ¿Ya puedes ver a tus hijos? Eso dolió. ¿Estás bien, sobrino? La total depresión es mi estado natural desde que no los veo.

—Ser libre de todo —me recuerda Nietzsche—, hasta de lo que tú crees de ti.

—¿Y luego? —pregunto desconsolado.

—Re-constrúyete a partir de lo que tú sientes (auténticamente) y no de lo que tú piensas que eres (esencialmente).

—¿Mi sensibilidad?

—La voz de tu cuerpo.

—¿Y mi mente?

—Ahora incluye lo que sientes y ello, por supuesto, es lo que te hace único en todo tipo de creación.

—Mi ser individual como medida de todas las cosas.

Los valores morales, la naturaleza de la verdad y la caracterización del conocimiento reside por completo en el ser humano, quien los crea para satisfacer necesidades y resolver problemas en su lucha por la sobrevivencia. No residen en algo exterior a él, e.g., Dios, el mundo metafísico o la “verdadera realidad”, es decir, una instancia objetiva a la que el ser humano recurre para constatar sus ideas y así poder diferenciar las verdaderas de las falsas. ¿La ciencia es objetiva? Irónicamente, según el paradigma, el conjunto de subjetividades científicas o el mismo significado de ‘objetivo’.

Cada cultura crea sus verdades históricas, doctrinales y, en la medida de lo posible, hasta científicas. La particular interpretación de una comunidad sobre los hechos para dar sentido a su religión, su visión ética y perspectiva estética del mundo, todas constituidas en la dualidad de satisfacer necesidades y resolver problemas. Se desviste así a la moralidad, el conocimiento científico y el pensamiento de cualquier fundamentación metafísica.

 

Continúa 131

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".