Ser y Devenir 37

No puedo dormir. La migraña llega con dureza, un oxidado yunque en mi cabeza y dolorosos calambres en mis piernas.

—Necesitas comer.

—¿Quién eres?

Comienza la fiebre, las alucinaciones dominan mi conciencia y quedo encerrado en mi cabeza enferma. Los ecos de mis primeros pensamientos epistemológicos.

Regresemos con Descartes y su duda metódica, ¿cómo sabes que existe el libro o dispositivo que tienes enfrente? No es una cuestión metafísica ni doctrinaria sino un ejercicio para plantear la duda, imaginar que hay un genio maligno que nos engaña. ¿Qué es de lo único que no nos podría engañar? Nos puede hacer dudar de cualquier contenido de nuestro pensamiento pero no de que tenemos dicho pensamiento. ¿Cómo sé que existen los demás? ¿Cómo sé que todos ustedes no son más que una ilusión? ¿Cómo sé que no son producto del genio maligno? ¿Cómo sé que no estoy en un sueño imaginando personas? ¿Hay algo objetivo que nos dé esta certeza ontológica sobre la existencia de los otros? Descartes llega al Cogito ergo sum, una verdad o afirmación verdadera indubitable, así las ciencias comienzan con dicha base indubitable para construir el edificio del conocimiento. Su postura es fundacionista.

Lo que a mí me garantiza que los demás existen es el lenguaje, la base objetiva. Si Descartes se pone a dudar de todo, incluyendo a las personas que están en el mundo, significaría que aquél que se está planteando la duda tiene un lenguaje propio e inaccesible para otros, un lenguaje privado. ¿Pero tiene sentido decir que hay un lenguaje privado? El uso del lenguaje siempre tiene criterios de corrección y si imaginamos un lenguaje carente de éstos significa que lo que al hablante considere correcto siempre será correcto.

—Y esto sólo quiere decir —me dice Wittgenstein— que aquí no puede hablarse de ‘correcto’.

Así como la duda supone certeza, la discusión supone acuerdos. La prueba de que los demás existen es que dominamos un lenguaje, la interacción lingüística. Pero no es lo mismo certeza que verdad, la primera es un estado mental y la segunda es una característica de las proposiciones, aunque no todas las proposiciones tienen valor de verdad. ¿Van de la mano? Hay una correlación. Descartes está pensando en que el Cogito ergo sum tiene certeza y es una proposición necesariamente verdadera, cumple con todos los predicados o atribuciones esencialistas de corte trascendental, i.e., universal y eterno. Así como lo plantea, el genio maligno me puede engañar de lo que quiera, menos de mi duda y eso me da la garantía de que existo. Sin embargo, ¿qué concepto de existencia está considerando Descartes? El Cogito garantiza la existencia de un pensamiento pero no necesariamente la existencia de aquello que ves en el espejo. Un punto de inflexión en el análisis del lenguaje sobre el concepto de existencia. “Pienso luego existo”. Primero, ¿qué significa existir? O bien, ¿qué significa la palabra ‘existencia? ¿Cuál es la caracterización cartesiana?

Si seguimos la tradición metafísica plantearemos la existencia en términos absolutos rompiéndonos la cabeza en el intento de caracterizar algo abstracto y misterioso. En contra de dicha tradición partimos de la pluralidad de significados de la palabra ‘existencia’, no es relativismo sino acotación del contexto de uso de cualquier concepto. Algunos ejemplos, la proposición “Existe un número que multiplicado por 2 es igual a 10”. ¿Existe ese número? Otra, “Existen los delfines rosas”. Sí existen, están en el Amazonas y fueron descubiertos por Jack Costeau. Por último, “Existe Dios”. Intuitivamente reconocemos que la existencia del primer ejemplo difiere de los restantes y así recíprocamente. ¿Pero cómo demostramos dicha diferencia? Porque tenemos tres formas diferentes para decidir la verdad o validez de cada una de las proposiciones, i.e., tres métodos. Tres criterios. La existencia de un número tiene diferentes características a la existencia de los delfines y, por supuesto, de Dios; en el caso de los delfines es simple y llanamente observación científica, ¿cómo decidimos si la oración “Existen los delfines rosas” es verdadera? Si alguien registra y documenta su experiencia con fotos o grabaciones. ¿Y cómo buscamos la existencia del citado número? ¿Igual que los delfines? El propio concepto de búsqueda cambia, por tanto, el significado de lo que se está buscando. “Yo creo que Dios existe”, ¿cómo fundamentamos la certeza de dicha creencia? ¿Empleando el mismo método matemático? ¿Y buscamos a Dios como los delfines? La búsqueda de Dios no es fáctica sino espiritual o mística. Se dicen cosas como “Busca a Dios en tu corazón”, pero nuevamente, si mezclamos incorrectamente los usos del lenguaje pueden surgir malinterpretaciones que nos llevan a más callejones sin salida aún dentro del callejón sin salida original sobre la existencia y los diferentes tipos de búsqueda. ¿Y dónde está Dios? ¿Buscas a Dios en el cielo o en el alma? Si Dios existe no existe de la misma forma que los números o los delfines rosas. Tenemos, al menos, tres significados de la palabra ‘existencia’. Alguien dice “Yo quiero conocer a Dios” y alguien le contesta “Busca en tu corazón”, nuevamente: no vamos a buscar a Dios en nuestro corazón como un médico busca una arteria tapada. Entonces se dice “Busca en tu ser, porque Dios siempre está contigo”, pero Dios no siempre está contigo como lo estaría una persona o un animal; tiene otro significado.

Toda esta constelación de posibilidades semánticas se tiene que reducir al contexto, y no sólo al contexto en términos espaciales, e.g., “Un laboratorio, una iglesia, el parlamento, etc. Sino al contexto de acción, ¿qué es lo que estamos haciendo? Cuál es el propósito de emplear el lenguaje de un modo u otro.

—¿Está muerto? —escucho la voz de una niña.

—Todavía no —la voz de una señora.

—Si se muere yo me quedo con el perro.

 

Continúa 38

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".