Ser y Devenir 89

Ha comenzado la recolección de manzana, la hojarasca sobrevuela el suelo de las huertas que se tiñen de rojo y la tarde se refleja en un cielo de nubes doradas.

Mujeres y niñas trabajan coordinadamente, ordenadamente bajo la sorpresiva neblina que por momentos se convierte en llovizna, aunque casi siempre pausada y tímida. Y los colores se agitan. Los niños más pequeños juegan junto a los jacales de la fruta rayada mientras las borregas peinan la maleza que rodea los barbechos de los árboles, un trío de tímidos burros aprovechan los desechados frutos y un perro color miel le roba el tlacoyo a un bebé.

—Pinche perro ñero —digo en voz alta.

Pero el bebé no llora, sólo se observa la mano vacía y me voltea ver cuando siente mi mirada.

—¿No quieres una? —me sorprende Irma ofreciéndome manzanas de su canasta. Tomo una roja-verde brillante, la muerdo cerrando los ojos y la mastico con pasión. Deliciosa, dulcemente ácida y muy jugosa. Ella ríe, abro los ojos y se retira para seguir en la recolección.

—Para todos aquí soy un extraño —vuelvo a decir en voz alta.

Lo eres. No me refiero al desconocimiento sino por extrañeza, rareza. El nieto loco del patrón. Un expresidiario. Un loco expresidiario. Sólo estuve unos años en el reformatorio. Suma las clínicas mentales. Por tu culpa. ¿Por mi culpa? Tú comenzaste con las locuras. ¿Yo comencé? Tú comenzaste la violencia. Define ‘violencia’.

—¡Ya cállate! —grito de repente.

Perla me mira sorprendida, yo niego con la cabeza e intento aclarar:

—Perdona, no te quise gritar, de hecho no te grité a ti, estaba distraído, más bien ido en otra cosa y se me fue la onda y…

—Tu abuelo tiene razón.

—¿De qué?

—Dice que se parecen mucho.

—¿Eso dice?

—Cuando está borracho.

—¿Mi abuelo bebe?

—Sí, tiene poco tiempo pero sí. Y cada vez más.

—¿Y en qué nos parecemos mucho?

—Pregúntale a él, de hecho vengo a avisarte que te está buscando por todo el rancho.

—Por fin lo voy a ver… —y me quedo pensando mientras ella se retira para unirse a la recolección.

Caminé hacia la casa con un vacío filosófico, sin concebir ninguna idea o cavilación como involuntariamente y de manera permanente acaece en mi mente. ¿En qué nos parecemos? Ni siquiera quería esforzar mi cabeza, sólo prepararme emocionalmente para no perder el control en mis reacciones. No nos parecemos. Mi abuelo siempre me intimidó, pero no sé si lo que me vaya a decir pueda despertar la fuerza y temeridad de mi hermano. Él no le temía a nadie. ¿Dónde estará? ¿Debo preguntarle a mi abuelo? Me da miedo preguntarle. Me gustaría ser valiente como mi hermano.

En el patio principal de la casona había un potro negro azabache amarrado a un poste, junto a éste estaban otros, como uno pardo, el color miel, uno blanco, otro pinto y el Frijol. Acaricié al potrillo y éste me olía mientras lo hacía, su crin era abundante y era completamente negro. Su nariz, sus orejas y su hocico eran negros. Sus patas, sus ojos y su cola, todo su ser era negro. Olía a bosque, a tierra mojada adherida a su pelaje y a su particular olor de equino.

Entré a la casona y, como siempre, estaba prendida la chimenea en la gran estancia. Me senté, miré la foto familiar y observé a mi abuelo, mi abuela y sus cinco hijos en una foto de hace siglos. Mis ojos se centraron en mi abuelo, su mirada seria y notoriamente pesada sobre la vida de los demás; su semblante oscuro, sus ojos profundos y una postura invencible. Un ser cuasi-inmortal. Mi abuelo es el único de la foto que aún vive.

Antes de que fuera por mí al reformatorio, la última vez que lo vi fue en una navidad aquí en el rancho. A mi hermano y a mí nos vistieron de jugadores de futbol americano, hombreras, fundas y casco, y ambos con el mismo número. El jersey naranja era del equipo Búhos de la Facultad de Leyes de la UNAM, en el que uno de mis tíos jugaba. Tal vez él nos lo regaló, aunque el casco era de Los Cargadores de San Diego, pero el clásico de fondo blanco, no el azul.

—Niños, saluden a su abuelo —nos dijo mi mamá y, apenas íbamos a hacerlo, éste nos hizo a un lado groseramente con su antebrazo y se retiró a su habitación. Mi padre furioso lo siguió y, luego de unos momentos, sobrevino una pelea de gritos que terminó con una silla atravesando la ventana que da al río.

—¡Vámonos! —ordenó mi padre y salimos detrás de él hasta nuestra camioneta Dodge color café. Arrancamos, me asomé por el medallón trasero y en la ventana vi a mi abuelo impasible ante nuestra partida—. Es un maldito y miserable avaro— dijo por último mi padre.

En la foto apenas es un muchacho de traje con peinado relamido hacia atrás, sus ojos abiertos, como muy atento, y su seriedad obligada por el padre jerarca. Mis otros tíos, una mujer y tres hombres, también parecen resentir en la imagen el yugo de lo que al parecer es un monstruo. Todos se quejaban de él, desde que tengo memoria nadie lo quiere y noto que sus trabajadores sólo lo respetan porque les paga, porque es el patrón y paga por dicho respeto; empero, si mi abuelo no fuera hacendado, ¿alguien lo querría? Yo lo quiero, pero sólo porque es mi abuelo. Si no fuera mi abuelo no me importaría su vida. La verdad.

—Hola, niño —una voz rasposa me despierta de las reflexiones y el recuerdo, volteo y, siempre vestido de negro, es mi abuelo.

 

Continúa 90

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".