Sin estoicismo frente a la vida

Una de las virtudes de los hombres de la antigüedad clásica era el estoicismo, es decir, la robustez de la aceptación frente a los retos de la vida que una mente en equilibrio logra cuando, en vez de rebelarse ante la adversidad, la advierte para estar consciente de que existen nuevos caminos y oportunidades que una calamidad no puede detener.

Séneca, en Roma, repensando la realidad social solía pensar que la vista humana no acompaña a la razón, que la percepción se queda en el umbral de lo inmediato, mientras la razón se obstruye frente a la calamidad, cuestión que no permite apreciar que cada desafío o reto social implica procesar el conflicto, como admitió siglos después Weber, lo cual permite desechar las cargas anímicas de las variables negativas que tiene la vida.

Y si en esta vida la maldad y lo mordaz pretenden imponerse frente a tu realidad, es evidente que será ese nudo ciego el que habrá de castigar a quienes pretenden imponerlo, porque un camino cierto no se destruye por el ripio o la llovizna, como tampoco el horizonte es presagio del final del camino.

La robustez emocional en tiempos de cólera no se consigue rebelándose en contra de la maldad y los mordaces, sino a través de la búsqueda del propio equilibrio, el cual se opone a la asimetría de la maldad social, no importando que la mayoría pueda verlo o no, porque el valle de los ciegos con visión suele ser mucho más escabroso que la ceguera física, precisamente porque los ciegos físicos suelen ser estoicos frente a su carencia.

La ventana deja entrar la luz cuando la aversión al riesgo deja su lugar por el estoicismo, cuando con el corazón de la inteligencia cierta se edifican las nuevas veredas, aquellas en las que una razón puede cambiar el pesar de una vida y, más aún, lograr que resplandezca.

Las heridas del pasado no estorban ni son insignificantes cuando procesas sus implicaciones de vida; en ello la robustez de la razón es también un sendero estoico que vuelve fortaleza cualquier fragilidad, porque suministra el temple de que la maldad y lo mordaz pueden ser derrotados.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.