Venezuela, en camino hacia la normalización democrática

Finalmente se instaló la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela. Los 545 diputados elegidos por 8 millones de venezolanos mediante voto universal, directo y secreto, el domingo 30 de julio pasado, en un acto patriótico acudieron el viernes al Panteón Nacional para jurar lealtad a Simón Bolívar, fundador de Venezuela. Con ese gesto, iniciaron las actividades de la Asamblea Constituyente que hoy sábado ha iniciado sus trabajos, pese a la condena y desconocimiento del gobierno del presidente Trump de Estados Unidos, del presidente Macron de Francia o del presidente Peña Nieto de México, entre tantos otros que acusan de dictador al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

Como presidenta de la Asamblea Constituyente fue elegida Delcy Rodríguez, excanciller, quien en su toma de protesta señaló que “a los violentos, a los fascistas, a los que le hacen la guerra económica al pueblo, les llegará la justicia. Empezamos a actuar desde mañana (sábado), no se sorprendan porque llegó el poder constituyente originario de Venezuela”, dijo, por lo que desde ahora todos los poderes púbicos están subordinados a la Asamblea, incluso el propio presidente Maduro, quien puso a disposición de la Asamblea su puesto.

Ahora le corresponderá a la Asamblea Constituyente comenzar a poner orden en el país y trabajar en la elaboración de una nueva Constitución que deje claras las reglas del juego democrático para acceder al poder y establezca las reglas para la cohabitación entre una probable Asamblea controlada por un partido y un presidente que pertenece a otro, algo que Francia ha superado de manera civilizada en su momento, desde que en 1986 enfrentó este reto.

En las elecciones de diciembre de 2015, la oposición venezolana logró la mayoría calificada con 112 legisladores de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), contra 55 de las fuerzas de izquierda que apoyaban al gobierno del presidente electo en 2013, Nicolás Maduro, quien le ganara las elecciones presidenciales a Henrique Capriles Radonski con el 50.8% de los votos; desde entonces la Asamblea Nacional se convirtió en el instrumento de la oposición que buscó por todos los medios derrocar a Maduro.

La oposición eligió como presidente de la Asamblea Nacional a Henry Ramos Allup, quien se lamentó por no haber podido lograr los dos tercios de los diputados para poder remover y designar a nuevos magistrados del Consejo Nacional Electoral y efectuar reformas constitucionales, lo cual le hubiera posibilitado desmantelar la estructura del Estado que edificó Hugo Chávez a través de la revolución bolivariana desde su arribo al poder en 1999.

La guerra económica se convirtió, junto con el uso de la Asamblea Nacional, en el principal medio para desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. La suspensión de actividades productivas por parte de muchos de los empresarios venezolanos y extranjeros, de importación de productos para el mercado interno, provocaron el desabasto paulatino de miles de productos de consumo de primera necesidad hasta medicamentos, culpando al gobierno de la escasez.

A diferencia de la revolución cubana, donde el sabotaje a la economía condujo al gobierno revolucionario a expropiar las empresas y nacionalizarlas, en el caso de Venezuela el gobierno prefirió buscar acuerdos, pero no encontró respuesta sino el rechazo al diálogo y la exigencia de la salida del presidente, quien concluye su mandato en 2018.

En vano fueron los intentos de diálogo propuestos por el gobierno, el último de ellos a principios de este año con el apoyo del Papa Francisco; una y otra vez fueron saboteados por la oposición, que se aferró a la idea de derrocar a Maduro e impedir que concluyera su mandato presidencial.

La intransigencia de la oposición dentro de la Asamblea Nacional y su sistemático bloqueo al gobierno del presidente Maduro hicieron que se radicalizara la posición de éste, y con base en lo mandatado dentro de la Constitución vigente, convocara a elecciones para constituir una Asamblea Constituyente que terminara con la parálisis del gobierno y pusiera fin a la crisis económica por la que atraviesa Venezuela hoy.

Al margen de que haya en el mundo un grupo de gobiernos que desconocen y condenan a la Asamblea Nacional Constituyente, como el de Estados Unidos, Canadá, México y otros 10 países de América Latina, así como la Unión Europea, hay otros como el gobierno de Rusia y China que han respaldado la decisión del presidente Nicolás Maduro de convocar una Asamblea Constituyente para destrabar la gobernabilidad democrática en ese país, sin olvidar a muchos gobiernos de África, Asia, América Latina y el Caribe.

En este sentido, es probable que la radicalización a la cual ha llevado la oposición a la revolución bolivariana en Venezuela, la empujen a afianzar sus relaciones, no sólo con los países del ALBA, sino con Rusia y China, que al respaldar a este país latinoamericano estarían afianzando sus posiciones en la nueva geopolítica que ha diseñado el presidente Trump y sus sanciones contra Rusia, China, Corea del Norte y Venezuela; pero al margen de todo, es a los venezolanos, y a nadie más, a quienes les compete decidir por su futuro.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.






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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.