La gestión del actual Concejo Municipal está por terminar y, pronto, los cien días que pasaron quedarán en el olvido. Suena lastimoso, pero será verdad. Y es que hay muchas cosas que reflexionar, rescatar o señalar al respecto de esta breve gestión.
Uno de los grandes problemas para la continuidad de planes, programas y proyectos es la duración de las gestiones en cualquier nivel: municipal, estatal o federal. A esa cuestión de orden temporal se suma la discontinuidad en los colores de los partidos a cargo y de la constante movilidad laboral de las personas en puestos administrativos para la toma de decisiones.
En Pachuca las cosas siempre han sido más o menos iguales, salvo este año en el que se debió designar de forma extraordinaria un Concejo que gobernara la ciudad durante la transición que supuso una contienda electoral en momentos de covid-19.
Este Concejo resultó sorpresivo de muchas maneras pues, de entrada, fue encabezado por una mujer abiertamente feminista con una larga lucha en el camino de los derechos humanos en la ciudad, lo que se vio representado en los integrantes de su gabinete, entre los que se encontraron muchos rostros de mujer.
Durante los cien días que están por concluir, este Concejo intentó sacar a flote su gestión, se realizaron diversas acciones que dan para debates más extensos, algunas que tenían debajo declaraciones políticas mal ejecutadas (como los parquímetros rosas y el albergue temporal) y otras que funcionaban muy bien para los periódicos y los medios de comunicación.
Algunos perfiles del gabinete de este Concejo resultaban bastante interesantes, pero el tiempo no estuvo de su lado (y el resultado de las elecciones, tampoco), muchos de sus esfuerzos quedarán en una pausa muy cercana al olvido, como esta ciudad, que elección tras elección parece perder la memoria.
