Bailando bajo la lluvia

Quienes hemos vivido en Pachuca durante las últimas dos décadas, hemos atestiguado el crecimiento desmesurado y caótico de nuestra ciudad. En algún punto resultó interesante observar los nuevos desarrollos al sur y la llegada de centros comerciales y franquicias que nos hacían sentir menos provincianos. 

Nuestra cercanía con la ciudad de México ha sido siempre una contradicción, geográficamente estamos cerca de la capital más importante de América Latina; pero cultural y económicamente, no podemos estar más lejos. 

Sin embargo, luego de las últimas grandes reformas urbanas de la ciudad, la creación de supervías, la construcción de fraccionamientos, la simulación de ciclovías, un BRT Tuzobus que es caro y poco práctico, aunado a los baches que adornan nuestras calles y carreteras, la ciudad ha experimentado los problemas de las grandes ciudades. 

Un nuevo problema para la ciudad ha sido la lluvia. ¿Por qué? Pues una ciudad que se extiende en su mancha urbana, es decir, en todo el espacio construido que la conforma, y que no protege y valora el suelo permeable (ese que permite que la lluvia se filtre y no se estanque en medio de una calle), se convierte en una alberca gigante llena de muchos contratiempos.  

¿Qué suelo permeable tenemos en Pachuca? Muy poco, pues por alguna razón, durante años,  la ciudad no tenía construcciones en dirección al sur, por lo que ese territorio apaciguaba los efectos de las lluvias. Ahora que la ciudad tiene asfalto hasta en puentes elevados y que los tomadores de decisiones no creen en los espacios públicos verdes, a los pachuqueños sólo nos queda aprender a bailar bajo la lluvia. 


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