“El 40”

Las aspiraciones presidenciales de Samuel García son prueba de que los políticos sin congruencia y compromiso social llegaron para quedarse, pues la ciudadanía los avala.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

No sé si recuerden que a Vicente Fox le decían “el 40” porque era cinco veces más pendejo que el chavo del 8. Eso viene a mi mente cuando pienso en Samuel García, gobernador de Nuevo León, que ha iniciado una gira nacional para posicionarse en la mente de la ciudadanía como un posible candidato a la Presidencia, lo que permite suponer que se piensa con el capital político necesario para ello.

 

En el análisis estadístico de lo probable, Samuel García está lejos de lograr su deseo principalmente por el peso político de Claudia Sheinbaum y de Morena; en el análisis de lo posible, ni la imagen y el capital político del gobernador neoleonés podrían influir favorablemente en el ánimo de la ciudadanía, esto sólo sería posible si lograra abastecer de agua a aquella entidad, es decir, sería necesario un milagro.

 

Sin duda alguna, Samuel García es el nuevo “40, pero su pretensión y osadía nos lleva a un cuestionamiento fundamental sobre la cultura política que prima en la ciudadanía a nivel nacional, la cual es parroquiana, condensa una ignorancia letal que permite este tipo de arrebatos de la clase política que, con un mínimo de conocimiento de esta precariedad e ignorancia de la población, es capaz de aspirar al Poder Ejecutivo sin escrúpulos ni proyecto político alguno.

 

Por ende, el ascenso de los políticos “40” en México no puede asombrarnos, porque si el futbolista Cuauhtémoc Blanco llegó a ser gobernador, ¿qué impide que cualquier farandulero de la política como Eduardo Verástegui tenga aspiraciones y pueda llegar a un puesto de representación pública?

 

La impugnación política del ascenso de los “40” es directa a la clase política actual que, salvo raras excepciones, es tan farandulera como los faranduleros; ¿qué tan malo e inviable es el ascenso de un “40” en relación a la mayoría de los políticos profesionales? Acertaron: no lo es.

 

Los políticos “40” llegaron para quedarse y esto se debe a que la despolitización e ignorancia política de la ciudadanía les permite estar en la vitrina social.

 

Consultoría política y conferencias: [email protected]

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Por: Carlos Barra Moulain

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