El oportunismo político en Hidalgo

“Llegó el momento de iniciar la depuración del gabinete y la selectividad política que destierre el oportunismo del gatopardismo (PRI, PAN, PRD y el de casa) que no advierte Marco Rico en sus apreciaciones, quizá porque es daltónico”.

En una postura tibia y sin la crítica necesaria, Marco Rico, líder morenista en Hidalgo, no advierte el enrarecido clima de oportunismo político y el lastre que esto implica para el proyecto electoral de Morena en 2024; la mira es el Congreso de la Unión, donde –salvo raras excepciones- se denigra el encargo público profesional que se establece desde la defensa de principios ideológicos en pro del tejido social en el ejercicio de gobierno.

La consigna es clara, el encargo determina la ferocidad de la disputa política, pero las cúpulas partidistas perfilan en el autoritarismo y verticalidad de mando a los herederos de los escaños de diputaciones federales y senadurías; mientras a contracorriente sus bases militantes suelen ser amordazadas y oprimidas para quedar silentes ante la negociación y pantomima de la curul que entre mayoría relativa y representación proporcional, paradójicamente, posicionarán a los “representantes populares”.

El histórico fracaso del sistema de partidos en México fue lo que llevó a López Obrador a crear un movimiento político del cual se desprendió un brazo orgánico que dio origen a su partido, Morena, que  en Hidalgo se ha nutrido de oportunistas e infiltrados que históricamente no tejieron sus convicciones desde el morenismo; por el contrario, la mayoría son las rémoras del gatopardismo de la vieja guardia que hoy pretenden mimetizar sus rostros utilizando chalecos de color guinda, con tal apetito y frenesí que dejarían famélico a un cadáver.

Morena debe ser ejemplo de probidad política, pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Rico Mercado no advierte que la defección partidista no es, necesariamente, conciencia política e ideología progresista. La reciente migración del GPI al Partido Verde, así como la que se produjo de conversos del hueso político en plena campaña electoral a la gubernatura de Julio Menchaca Salazar y que hoy deambulan por el aparato institucional en diferentes secretarías y organismos públicos utilizando chalecos guinda, debería ser prueba suficiente para generar un “escrutinio selectivo” de las candidaturas hacia diputaciones federales y senadurías, para no caer en la involución de la infiltración de rémoras del escaño que pretenden parasitar a la 4T.

Desde la ingeniería constitucional que hace operativa la ley, es el Congreso de la Unión el campo de batalla que le permite al Poder Ejecutivo y Judicial concretar el entramado de conducción y desarrollo del país; no advertir este escenario vital, como sucede en el obstruccionismo político del Congreso de Hidalgo (por impericia o por contubernio), propicia vacíos de poder, aislacionismo gubernamental e ingobernabilidad donde, invariablemente, el damnificado es el pueblo.

Es explicable que en la toma y ascenso al poder del gobernador Menchaca Salazar se hayan tenido que transigir y negociar los escenarios del staff y conformación institucional, e inclusive, caer en “impunidad positiva”. Sin embargo, la inoperatividad de diversas secretarías y organismos públicos del gobierno de Hidalgo exige una revisión del encargo que en estos momentos obstruye los retos de concreción pública hacia la ciudadanía, por lo que todo indica que llegó el momento de iniciar la depuración del gabinete y la selectividad política que destierre el oportunismo del gatopardismo (PRI, PAN, PRD y el de casa) que no advierte Rico Mercado en sus apreciaciones, quizá porque es daltónico.


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