El proceso simulado de la licencia de Israel Félix

“La licencia puede tratarse de una simulación, muy al estilo de las viejas formas políticas y con el ADN priista. Porque, evidentemente, es imposible que un proceso tan sencillo como es entregar un simple documento, hoy tenga a Israel Félix fuera de la jugada política”.

Ha causado mucha confusión lo sucedido alrededor de la licencia solicitada al Congreso local por parte del alcalde de Mineral de la Reforma, Israel Félix Soto. Es evidente que detrás existe una especie de pantano fríamente calculado para llegar al punto en el que actualmente se encuentra el político hidalguense.

 

Es importante comprender cómo es que se llegó a este momento, en el que sin lugar a dudas la licencia puede tratarse de una simulación, muy al estilo de las viejas formas políticas y con el ADN priista. Porque, evidentemente, es imposible que un proceso tan sencillo como es entregar un simple documento, hoy tenga a Israel Félix fuera de la jugada política.

 

De acuerdo con fuentes de información dignas de crédito, todo estaba listo para que el 8 de enero el alcalde de Mineral de la Reforma, en una rueda de prensa, anunciara no sólo su adhesión al Partido Verde Ecologista de México, sino también su postulación al Senado de la República. Detrás de esta decisión estuvieron dos personajes de relevancia nacional: Manuel Velasco y Carlos Alberto Puente.

 

Como se dice en el argot político: todo estaba planchado para que el alcalde minarelense se sumara al partido del tucán y empezara desde ahí una nueva carrera política que, primero, lo llevara a tener el control del partido y luego buscara su sueño de ser candidato a gobernador.

 

En aquel momento, gente que toma decisiones importantes en el estado se enteró del asunto y con una simple llamada anuló la posibilidad de que Israel Félix pudiera llegar a ser contendiente por el Senado. Días después fue llamado para reunirse en cuarto piso, donde le hicieron ver que en el Partido Verde lo querían utilizar y no era conveniente que se aliara con él. En la mesa de negociaciones estuvo también Shadia Martínez, quien siempre fue la mejor calificada, según las encuestas, pero al parecer tampoco prosperó.

 

Haciendo un recuento de los hechos, el hombre fuerte en el gobierno de Omar Fayad, quien contó con todo el apoyo del ahora embajador, incluso a cambio de ganarse enemistades, fue Israel Félix. Curiosamente no se incorporó al GPI después de las renuncias masivas; se ha comentado que tocó las puertas del PRD, donde sus pretensiones fueron muy altas y no hubo acuerdo; después, se habría acercado al partido Movimiento Ciudadano, donde tampoco prosperó su intención; de igual forma hubo un coqueteo con el Partido Acción Nacional, que al final se cayó e incluso tuvo una reunión con el presidente de la Junta de Gobierno del Congreso local, que en todo caso era la última carta que se jugaría.

 

Pero entonces ocurrió lo que hoy tiene a Félix en estas condiciones: el plazo máximo para meter licencia en el Congreso Local era el día lunes 4 de marzo. En aquella ocasión llevó su solicitud de licencia casi en los últimos minutos de vencer el plazo. Era evidente que ya no había oficinas abiertas ni mucho menos a la espera del alcalde.

 

Israel Félix llegó al Congreso con un notario para que diera fe de que su licencia pretendía ser entregada en tiempo y forma, pero lamentablemente no había nadie para recibirla y fue con fecha 5 de marzo que se recibió el documento, es decir, fuera de la fecha que establece la ley.

 

Pero ¿cuál es el propósito de llevar un documento casi a medianoche, pudiéndolo hacer a mediodía? La decisión de contender seguramente no la tomó el 4 de marzo a las 11:45 de la noche, ¿o sí? Esas decisiones se saben desde meses atrás, o cuando menos semanas atrás.

 

Y como dicen que en política nada es casualidad, la conclusión de todo este entuerto es que Israel Félix, con toda la intención, llevó tarde su documento ante el Congreso, sabiendo que todas las puertas se le cerrarían y no habría quién apoyara su candidatura y le diera cobijo. Él seguramente dirá, primero, que todos los partidos lo invitaron y que él no aceptó; segundo: que el Congreso finalmente le negó la posibilidad de contender por un cargo legislativo y que seguramente sus enemigos políticos le cerraron la puerta.

 

Lo cierto es que la puerta siempre la tuvo cerrada, simplemente lo fueron acorralando hasta que la única puerta disponible fue la que lo llevó al despeñadero.


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