Humanidad y congruencia de Fayad

“Fue Fayad quien jamás le dio la espalda al tabasqueño durante su ascenso a la presidencia, incluso mostró compromiso político con el entonces candidato (…) y qué mayor prueba de lealtad y congruencia política que no obstruir el ascenso de Julio Menchaca a la gubernatura de Hidalgo”.

Los aspirantes al Senado de la República ya pueden respirar tranquilos porque uno de los escaños no será ocupado por el exgobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, quien a decir del presidente López Obrador, por humanidad y congruencia en la tragedia de Tlahuelilpan se ha ganado su embajada en Noruega y, al estilo de como se juega Monopolio, pasa a la siguiente casilla.

 

Es evidente que Fayad Meneses tiene una trayectoria política en Hidalgo y a nivel nacional que va más allá de su actuación en la tragedia de Tlahuelilpan, sucedida en 2019, pero no es el mejor argumento para que a un funcionario público se le otorgue una embajada, porque el conocimiento en relaciones internacionales y diplomacia debería ser el criterio que prime; en todo caso, lo lógico sería que el exgobernador ocupara la dirección de la Cruz Roja Mexicana.

 

Es indiscutible que el encargo público debe responder al conocimiento del servidor público; su sensibilidad y humanitarismo no son atributos absolutos que definan el ascenso a un puesto, de ser así la madre Teresa de Calcuta debería haber gobernado la India, pero no sucedió. Por esto impactan las palabras de López Obrador, que al ser cuestionado por periodistas sobre si la designación de Fayad Meneses obedecía a que se había portado bien, respondió: “Claro, el que tiene un acto de dignidad merece ser reconocido, no es de buenos o malos”.

 

La paradoja de la postura del presidente López Obrador estriba en que no ahondó en los logros de Omar Fayad como político en Hidalgo, eso hubiera servido para darle un piso firme a sus palabras, las cuales quedaron en entredicho, porque el encargo público no se gana por humanidad, sino por trayectoria probada y de compromiso público, lo cual no se le puede negar al exgobernador hidalguense, por lo que las palabras de la mañanera quedan inconclusas, o por lo menos, dejan un vacío de respaldo.

 

La lectura política del espaldarazo de López Obrador a Fayad Meneses en este encargo de embajador de México en Noruega no es compleja, pero tiene otros entretelones. Fue Fayad en el bastión priista quien jamás le dio la espalda al tabasqueño durante su ascenso a la presidencia, incluso mostró compromiso político con el entonces candidato y trazó un trabajo conjunto en las lógicas metropolitanas del centro del país y, por último, qué mayor prueba de lealtad y congruencia política que no obstruir el ascenso de Julio Menchaca a la gubernatura de Hidalgo, impugnar a Alejandro “Alito” Moreno y Carolina Viggiano en el control del tricolor, y finalmente defeccionar del PRI y emigrar a la alianza morenista en el partido del tucán con la pléyade del GPI.

 

Sin embargo, las palabras de López Obrador dejan un sinsabor agudo en el paladar de los políticos de Hidalgo, los cuales deben estarse cuestionando: ¿entonces yo no me porté humanitario en mi encargo?

 

La ropa sucia de personeros que tuvieron encargo público en la administración de Fayad Meneses se acumula en el tendedero de la corrupción e impunidad y es salpicada por la Estafa Siniestra y el peculado; esto sin duda pone en alerta la probidad de lo que fue esa administración gubernamental, pero deja claro que el único político al que no se le puede arrojar la primera piedra es Omar Fayad Meneses, quien ya debe estar alistando sus maletas para viajar a Noruega. ¡Bon voyage!


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