La ciudad que nos espera

El pasado martes, la abarrotada plancha de la plaza Independencia dio la bienvenida a la nueva administración municipal de Pachuca. La escena en sí no es nueva, pero se trata de un hecho que rompe con la linealidad de las cosas como han estado sucediendo durante este año. Una plaza abarrotada es la manera perfecta de elevar la probabilidad de muerte en medio de una pandemia. Parece que los políticos, que siguen atrapados en el México de 1975, aún no comprenden de qué se trata el 2020. 

En una de las ciudades más irresponsables de todo el país, son las propias autoridades las que dicen: “Mira cómo no me importa lo que está pasando, hoy es el día de mi fiesta y haré las cosas como yo quiero“. Es la historia de Pachuca casi siempre, pero antes no había una pandemia, ni una crisis del sistema hospitalario, ni riesgo mortal al contacto con los otros. 

La nueva administración ya ha sido señalada de manera negativa por dos importantes razones: no tener a ninguna mujer como parte del gabinete y haber retirado, sin previo aviso, el albergue para personas de la calle instalado por el Concejo Municipal, para “reubicarlo” al día siguiente, luego de las críticas de lo que propios ciudadanos calificaron como falta de sensibilidad del alcalde. A estas acciones se tiene que agregar el espectáculo que se hizo en la plaza Independencia con motivo de la toma de posesión, que es una burla absoluta a lo que está pasando y que ya pone en la mesa los valores con los que habrá de moverse el ayuntamiento a partir de ahora. 

La historia de la nueva administración está llena de humo, el proceso electoral ha puesto en duda la legitimidad y representatividad de los votos; las primeras decisiones del ahora presidente municipal son una muestra de la ciudad que nos espera y de que, aunque no es como la imaginábamos, hemos inventado una máquina del tiempo que siempre nos lleva al pasado: la política. 


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