La comprensión ontológica 41

Parménides es apolíneo, Heráclito dionisíaco y yo soy la fusión de ambos.

 

41.1     Me gusta cómo brilla.

Su mirada.

Me encanta.

Su alma.

Su espíritu revolucionario, su fascinante sonrisa y, agitando bellamente su majestuosa cabellera a contraluz en la pista de baile, su extraordinario ser de estrella cósmica trascendental-mente

Hermosa.

Es la segunda vez que salimos después de otra semana escondidos. En cuanto se fueron los policías estatales recogimos nuestras cosas, salimos del hotel abandonado de Cuautla y tomamos un taxi que nos llevó hasta la terminal; abordamos un autobús a Cuernavaca donde, recorriendo el boulevard Gustavo Díaz Ordaz, descubrimos el Holiday Inn. Aquí es más caro, me dice Dalia. Pero será más difícil que nos sorprendan, contesto. Nos registramos, ella firma como adulta y muy segura de sí misma y, mediante un letrero de “no molestar” colgado en la puerta y abasteciéndonos del room-service, no salimos de la habitación en dos días. La primera noche fue inolvidable, la segunda sensacional y, terriblemente, la tercera significó el comienzo del final de nuestra odisea.

La primera noche o nuestra primera borrachera:

Descubrimos el minibar y Dalia destapó una cerveza, nos la bebimos y comenzó la fiesta. Bailamos como locos, rock en todas sus variantes y, tras otra cerveza, bailamos canciones populares, tropicales y rancheras. Pueden bajar el volumen ¿por favor?, una voz detrás de la puerta, respondimos que sí y destapamos otra cerveza sin dejar de brincar. Hasta que comenzaron las baladas con la tercera cerveza. Bailamos abrazados, nos tomamos la cuarta y, completamente rendidos, nos tendimos sobre la cama quedando dormidos. Abrasados en el alma. Unas dos horas.

¡Toc, toc, toc!

Siguen llamando y, hasta la tercera ocasión, me levanto de la cama. Todo está oscuro, la televisión está en muting y, después de tropezarme levemente, llego a la puerta asomándome por la mirilla:

Un botones del hotel con una charola cubierta con una tapa plateada.

—¿Sí? —pregunto.

—Su servicio, caballero.

—Yo no pedí nada.

—Le aseguro que sí.

—Pero…

Vuelvo a mirar, noto que el sujeto tiene el cabello muy corto, como militar o policía judicial, es corpulento y alto, porta algo en su espalda como un arma. ¿Una navaja? Probablemente una pistola. Debe ser un policía. Un agente encubierto. Hijo de la chingada. En cuanto abra me golpeará, me arrestará y aparecerá una veintena de policías. ¿Qué vamos a hacer?, me pregunto nervioso y observo a Dalia dormir profundamente. No puedo despertarla. ¿Qué voy a decirle? ¿Cómo podríamos escapar? ¡Qué vamos a hacer!

¡Toc, toc, toc!

—¿Señor? —insiste el botones.

—No voy a querer nada. Por ahora. Gracias.

Vuelvo a ver por la mirilla, el sujeto niega con la cabeza y, cuando parece que está a punto de irse, Dalia me sorprende por la espalda y, sin que yo pueda hacer nada, abre la puerta aclarándome:

—Es sólo nuestra cena.

El sujeto le entrega la charola, ella le da un billete grande y, luego de aclararle que se quede con el cambio, éste se retira alegremente agradecido.

—Me muero de hambre —dice destapando la charola sobre la mesa y aparecen dos enormes hamburguesas con queso acompañadas de muchas papas a la francesa—. Las pedimos hace rato, ¿no te acuerdas? —me pregunta, niego y emocionada toma su hamburguesa—. Pues yo ya voy a empezar —dice por último antes de darle una gigantesca mordida.

 

41.2    ¿Quién es el padre de la metafísica? Depende de cuál consideres su objetivo fundamental. Caracterizar el fundamento último de la realidad: uno de sus objetivos. A través de la esencia, esto es, aquella unidad en la pluralidad. Las esencias, mejor en plural. ¿Unidades? Se re-plantea ¿no? Los metafísicos piensan que si llegas a la esencia de algo puedes entonces examinar su fundamento, e.g., el bien y el mal, la belleza y la fealdad, la verdad y la falsedad. ¿Al caracterizar la esencia se revela su fundamento? Por supuesto: el propio concepto de fundamento. Por ejemplo, la explicación del mundo sensible mediante “un mundo” inteligible. La teoría de las Ideas. Platón es el padre de la metafísica, formalmente hablando, otros lo eran sólo materialmente, es decir, siéndolo aunque no necesariamente de manera consciente. La explicación entre lo material-mutable y lo espiritual-inmutable.

Sin embargo, un filósofo es metafísico no tanto por la naturaleza idealista de su sistema sino por su pretensión: la verdad absoluta.

—La respuesta a todas las preguntas.

 

41.3     Le llamé a mi prima Constanza hasta el tercer día, no quise contactarla desde el hotel y, finalmente, me comuniqué con ella desde un teléfono público en un centro comercial bastante retirado del Holiday Inn.

Pero antes de salir, en el baño me rapa Dalia:

—¡No quiero!

—Buscan a un pinche greñudo, no mames, tienes que disfrazarte.

—¿Y tú?

—¿Quieres que también me rape?

—¡No!

—Puedo pintarme el pelo —sugiere—. ¿Quieres que me pinte el pelo?

—No.

—¿Entonces?

—No quiero que cambies.

Una pausa en la que me mira en el espejo sonriendo con sus ojos.

—Bueno, ya —advierte—. Prepárate porque ahora sí te voy a pelar.

En la tele puso el canal de música y, lo recuerdo bien, mientras escuchaba a los Rolling Stones me cortó el cabello primero con tijeras y luego con una rasuradota eléctrica al ras, ambas incluidas en el neceser del baño.

—Qué tal ¿eh? Me quedó chido ¿no?

Me miro en el espejo, se me cae la mirada y me deprimo en un segundo.

¡Me veo horrible!

—Te ves bien —me aclara como si leyera mi mente.

—Parezco loco.

—No pareces. Lo eres.

—¡Oye!

—Te ves bien —dice quitándose la bata, me besa apasionadamente y se mete a la regadera—. ¿No te vas a bañar?

Constanza me ordenó regresar a la habitación hasta que ella, personalmente, fuera por mí.

—Por nosotros —le aclaro cuando hablo con ella.

—Sí, claro —rectifica—, por ustedes.

Mi búsqueda se intensificó en la región, mi fotografía circulaba por todas las procuradurías, policías municipales y terminales de autobuses en todo el estado.

—Regresen al hotel y no salgan —me dice por último, cuelgo el auricular y, mientras reflexiono, descubro a Dalia en un salón de belleza pintándose el pelo de rojo.

Feliz.

Me siento en una banca, la observo a la distancia y, con una luz ascendente en mis ojos, simplemente la admiro sintiéndome agradecido con la naturaleza por su existencia.

Cuando la estilista termina su trabajo, la sorprendo por la espalda con unas flores que compré en un puesto de la entrada y, tras tocar su cabello de fuego, la beso tiernamente.

—Tenemos que regresar —le digo discreto.

—¿No vamos a ir al cine?

Apenas niego, ella nota mi semblante y, asintiendo, me toma del brazo pegando su cabeza en mi hombro. Después de pagar nos salimos del centro comercial.

¡Taxi!

Todo el camino callados, mirando las calles pero manteniéndonos juntos, pegados, abrazados.

Fusionados.

Sin embargo, cuando llegamos quedo paralizado y, sintiendo la sangre descender por todo mi ser, tomo el hombro de Dalia para detener su paso hacia el hotel, ella voltea extrañada y, sólo respondiéndole con mi mirada asustada, señalo hacia los cuartos que, a pesar de estar lejos, muestran claramente a dos sujetos grotescos, evidentemente policías judiciales, esperando justo afuera de la puerta de nuestra habitación.

—¿Qué vamos a hacer? —me pregunta preocupada.

—Vamos al cine —le respondo calmada-mente luego de una pausa y, tomándole cariñosamente la mano, nos alejamos caminando bajo el sol de la tarde.

 

Continúa 42

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






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EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".