La frustración de la vieja política

“El descrédito social que llevó al PRI Hidalgo a perder el bastión político que por décadas operó, se erige en el contrapeso electoral sustantivo que ha capitalizado Morena Hidalgo y que vaticina una tragedia para la oposición política el 2 de junio”.

El deterioro de los partidos políticos del antiguo régimen en Hidalgo ha creado un temprano clima de frustración para los abanderados de la vieja política.

 

El descrédito social que llevó al PRI Hidalgo a perder el bastión político que por décadas operó, se erige en el contrapeso electoral sustantivo que ha capitalizado Morena Hidalgo y que vaticina una tragedia para la oposición política el 2 de junio.

 

A contracorriente, la renovación política emerge en el imaginario colectivo como el cambio radical que posibilita la reestructuración de las oportunidades sociales, donde la dinámica de reivindicación social que ha presentado el proyecto de transformación nacional de López Obrador precipitó la inexorable y drástica caída del antiguo régimen.

 

Todo indica que las ideologías de la partidocracia en México no inclinan la balanza de la preferencia política de la ciudadanía, pues la discusión de fondo no tiene que ver con izquierda o derecha. Se trata de la percepción entre lo viejo y lo nuevo, entre la corrupción y la honestidad, entre el deterioro público y la revalorización gubernamental.

 

En la neuropolítica, el solo hecho de señalar el concepto de vieja política entraña un despropósito gubernamental, mientras que hablar de la nueva política aclara por sí misma cualquier suspicacia sobre su fórmula política y estructura.

 

La frustración de la vieja política ante la renovación, o nueva política, antes de haber iniciado el proceso electoral de manera formal ya había creado el vacío de poder en el PRI Hidalgo. Esto explica por qué las campañas de tierra no resultan multitudinarias como antes, y a su vez, explica el deseo de cambio social a través de la renovación política y de la nueva democracia.

 

Es este escenario el que le ha permitido a Morena Hidalgo que el zafarrancho interno que no pudo contener Marco Rico no causara mella en la intención de voto de la ciudadanía, que tiene un ánimo desbordado por perpetuar el esquema político de la renovación nacional.

 

Las variables de las reformas de López Obrador cuidaron la imagen y presencia de la renovación política, por lo que el blindaje gubernamental ha incidido en el trayecto no sólo del empoderamiento de las candidaturas oficialistas, sino en la frustración de las filas de la vieja política.

 

En los hechos, la transición política del proyecto de López Obrador ya hablaba de pasar de la antidemocracia a la democracia de verdad. Este fue el mensaje que se asumió colectivamente y causó un impacto mecanizado de rechazo a todo lo que oliera o se viera como producto del antiguo régimen.

 

En esta atmósfera de contienda, la frustración de la vieja política en Hidalgo no ha llegado a sus límites, porque tras bambalinas las élites económicas que sostienen el proyecto de la oposición albergan esperanzas en el proceso electoral del 2 de junio. Sin embargo, si el escenario y efervescencia que vive la renovación política en Hidalgo y en el país no se deteriora con algún cambio macro o micro económico adverso al actual gobierno de López Obrador, todo apunta a que ese día habrá de iniciar la extinción de registros de los partidos de la oposición y la reducción de su presencia política a la mínima expresión.


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