Del debate al bastión morenista en Hidalgo

El proyecto político, que comenzó López Obrador, tiene la mirada puesta en los Congresos federales y locales, donde la depuración de los infiltrados dará paso a lealtades que son exigidas por el Plan C de Sheinbaum.

Expuesto en el debate que Morena es más que el resto de la partidocracia junta, la debacle política se acerca a pasos agigantados, sólo falta esperar la siguiente jugada del Plan C de Claudia Sheinbaum: Hidalgo.

Las variables emergen y se multiplican en un proceso de transformación política nacional, donde el empuje de Morena ha vuelto incontenible el deseo de las grandes transformaciones y realizaciones reivindicatorias de la ciudadanía que, históricamente, fue vulnerada por el antiguo régimen y que en estos momentos presenta una escabrosa lucha identitaria para hacer suyo el proyecto político que inició López Obrador.

Hidalgo y su escenario político, al cual, en contadas ocasiones miraba la clase política del antiguo régimen, hoy figura en un trazo de vinculación central en el proyecto del Plan C de Claudia Sheinbaum; que, en primer término, frente al crecimiento de su campaña electoral, empieza a delinear la mayoría calificada en el Congreso de la Unión y en los congresos locales, donde Hidalgo se apresta a teñir de guinda cada escaño de la máxima legislatura.

El análisis crítico de esta realidad permite retrotraer los pasos del gobierno de Julio Menchaca. En su inicio, la gestión gubernamental estuvo provista del capital político de la 4T y, paulatinamente, perfiló un vertiginoso empoderamiento, que ahora, ya traza en los diálogos del Plan C, el inicio del bastión morenista de Hidalgo.

¿Cómo entender los alcances del trazo político del bastión morenista de Hidalgo?

Sólo existe un hilo conductor. El proyecto de López Obrador es, en todo momento, un proyecto de ruptura política con el antiguo régimen, que ha tenido que pasar de la amnistía política que les dio a personeros como Omar Fayad, a la purga o pogromo político, en la depuración que realizó el gendarme custodio Santiago Nieto en las pesquisas de la Estafa Siniestra, que hoy le otorgan al encargo público, custodia y panóptico social.

En contraste, la clase política del antiguo régimen se degrada, sus propias acciones y retóricas comienza a jugar a contracorriente en Hidalgo; al grado que, los que no han defeccionado del PRI o PAN es debido a que el esquema de escaños y prebendas les favorece y, los que no se van, es porque no cuenta con capital político que vender o negociar en la cara guinda del pastel, cuyo dulzor se ha vuelto diabetes para la oposición.

Todo apunta que la planificación, que se proyectó en el Plan Estatal de Desarrollo de Julio Menchaca, comienza a delinear las variables con las que no contaba: el empoderamiento en el Congreso local en una etapa que redefine y afina las lógicas políticas, donde la depuración de la infiltración, dará paso a lealtades que son exigidas por el Plan C de Sheinbaum.

La magnitud de la debacle de la vieja guardia política traza, para el gobierno de Sheinbaum y Menchaca, un nuevo acuerdo con los sectores de las élites económicas en la nación. En Hidalgo, el sector empresarial -que fue mentor por décadas del PRI y el PAN-, hoy ha dado pasos inequívocos de adhesión hacia el gobierno de Julio Menchaca, al grado que la inversión privada empieza a entender que el color guinda no le estorba para hacer negocios, sólo que ahora hay que pagar impuestos y el tráfico de influencias es un espacio vacío.

Lo inevitable está por venir. La debacle política de la alianza opositora ha dejado de ser una preocupación mayúscula y su derrota en la visión de Morena es la puerta abierta a la consolidación del proyecto de la 4T y, en Hidalgo, la construcción del bastión morenista.


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