Una fuerza política inédita arropa en la Huasteca hidalguense a Claudia Sheinbaum. Nuevamente visitó Hidalgo en un trazo de convergencia política, cuyo mensaje alude a cerrar los desencuentros y juegos de interés en Morena Hidalgo, con un discurso de unidad política y con el triunfo del 2 de junio en las manos.
Claudia Sheinbaum ha develado en este llamado a la unidad del Movimiento de Regeneración Nacional en Hidalgo, que no es tiempo de reconciliaciones o de sanar heridas, sino de enfrentar en comunión el proceso electoral para arrasar en las estructuras políticas en juego. En definitiva, el rigor y la disciplina partidista, se debe imponer a las arenas políticas y, quien no lo entienda, ya conoce el destino de la tragicomedia de Marcelo Ebrard.
La conducción política de Sheinbaum se sobrepone a las arenas y convulsión política. Su postura no es un llamado a la apertura de ideas en Morena Hidalgo, sino a la creación de un bloque político que cree las condiciones para operar un bastión partidista, el cual no se ha erigido porque los grupúsculos de poder no han entendido que en el próximo gobierno no habrá cabida para capos de la mafia o mesianismos políticos.
Las lecciones de campaña que Sheinbaum ha dado en la Huasteca hidalguense, se prohijaron como el gran telón de fondo de las transformaciones de la 4T, creando emoción y conmoción social, frente al debilitamiento interno que ha vivido el partido guinda hidalguense que, en franca reestructuración, tiene que afrontar las estratagemas de polarización que han pretendido crear los grupos de poder para tratar de obtener dividendos y capital político y, con ello, poder entrar en negociaciones después del 2 de junio.
La depredación de la política al interior de Morena Hidalgo amenaza la estabilidad de las realizaciones de las Rutas de Transformación emprendidas por el gobernador Julio Menchaca. En lo sustantivo, generan peligro hacia la consolidación del bastión guinda que se apresta desde el 4º Piso para asegurar la aplicación y operatividad del Plan C de Sheinbaum.
El mensaje en la Huasteca de la candidata morenista a la presidencia es claro: la consolidación del bastión guinda en Hidalgo inicia con la mayoría calificada en el congreso federal y local, un Senado cuya correlación de fuerzas marque operatividad plena para Morena y el carro completo de los ayuntamientos.
En este clima de reestructuración partidista, Marco Rico, líder de Morena Hidalgo, debe entender que el desplazamiento del sectarismo político que prima en los grupos de poder al interior del partido, es una prioridad que debe ser atendida para evitar la depredación política como futuro previsible, que implica la depuración de sus fuerzas, la expulsión de los infiltrados y la instauración de la disciplina partidista.
Morena Hidalgo no puede darse el lujo de la precarización de la conducción política de sus fuerzas vivas.
Es necesario que Morena Hidalgo aprenda de la dolorosa crisis que viven los partidos del antiguo régimen. En la mascarada de la oposición, los grupos de poder han secuestrado la democracia partidista; han impuesto el autoritarismo de cúpula y el despotismo político, socavando los principios que dicen defender, haciendo de su ideología una retórica sórdida, añeja y anquilosada, que hoy, los tiene postrados en la derrota política.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
