La gobernabilidad en tiempos electorales

“El gobernador ha reiterado su compromiso de respetar el proceso electoral marcando que su administración se apegará a las reglas constitucionales, a sabiendas de que el proceso electoral no puede de ninguna forma interrumpir las acciones que planea llevar a cabo en favor de la ciudadanía”.

Hidalgo vive la efervescencia de un proceso electoral donde ejercer el voto es reflejo de voluntad política, pero no siempre de conocimiento y cultura política.

 

La gobernabilidad es la cualidad de un gobierno cuyas instituciones actúan de forma eficaz y trabajan para legitimar su relación con la ciudadanía. La gobernabilidad es un bien superior de toda nación.

 

El gobernador Julio Menchaca ha consolidado la gobernabilidad en Hidalgo y las rutas de la transformación han dado rumbo a la oferta gubernamental que la sociedad civil ha refrendado con una vertiginosa adhesión a los planes y programas públicos, los cuales se multiplicaron en la medida en que el contacto y proximidad del mandatario comenzaron a enviar nuevas directrices hacia el cumplimiento del Plan Estatal de Desarrollo.

 

El impasse electoral no impide la gobernabilidad en cuestiones de respuesta, tiempos y movimientos del gobierno de Menchaca Salazar, pero implica prudencia y mesura para que la planeación gubernamental no sea percibida como el fundamento y poder de Morena Hidalgo en los comicios, sino como el objeto institucional de respuesta a la ciudadanía.

 

La oposición ya ha empezado a objetar las acciones de gobierno tratando de crear un foco de incertidumbre política en torno al poder del Estado como maquinaria electoral, tal es el caso de las impugnaciones de Carolina Viggiano sobre los posicionamientos de Claudia Sheinbaum, que en su visita a Hidalgo tocó de manera sensible la problemática del abasto de agua y su trasiego al área metropolitana de la Ciudad de México.

 

Sin embargo, el gobernador ha reiterado su compromiso de respetar el proceso electoral marcando que su administración se apegará a las reglas constitucionales, a sabiendas de que el proceso electoral no puede de ninguna forma interrumpir las acciones que planea llevar a cabo en favor de la ciudadanía.

 

Las suspicacias de la oposición política sobre el papel de Menchaca se deben a que el antiguo régimen sí operaba durante los procesos electorales utilizando la maquinaria de Estado para conducir la voluntad política y la intención de voto, como ocurrió por décadas con el fenómeno del caciquismo que operaba de manera articulada con el PRI.

 

Queda claro que los criterios de la nueva política tienen un fundamento inverso al de la vieja política, pues mientras la vieja política caía en la ingobernabilidad por la falta de respuesta a la ciudadanía, la nueva política está comprometida con generar respuestas sociales expeditas y trabajo incluyente y de proximidad, por lo que no requiere operar desde la maquinaria de Estado en los procesos electorales.

 

La gobernabilidad en Hidalgo no es incompatible con el proceso electoral, porque la nueva democracia reconoce el valor del disenso político y lo respeta, esa es la lección que está cimentando en las rutas de la transformación el gobernador Menchaca Salazar.


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