Incontenible e incontrolable para el INE es el desfile “no proselitista” en el que se encuentran los aspirantes a candidatos a la presidencia por parte del oficialismo y de la oposición, en un frenesí de poder que no tiene ni mesura ni límites y asemeja al moribundo que ya percibe a los buitres deambular en su lecho de agonía.
La historia sin fin de las campañas políticas en México incuba en el rostro de un personaje el capital y fuerza política de un partido y no a la inversa, es decir, no es el partido político al cual pertenece el que denota y detona un poder orgánico en la campaña, como tampoco lo hace una vez electo el candidato; sin embargo, este no es el peso sustantivo de esa historia sin fin, sino el hecho de que no existe una variación sustantiva para gobernar y que los programas de gobierno, casi invariablemente, oscilan en prebendas o dádivas sociales que en nada cambiarán la realidad social, pero pueden resultar el maquillaje adecuado que nuble la vista de los parroquianos.
¿Cuándo hemos visto una propuesta que supere las condiciones sociales como lo hacen en países de primer mundo a los cuales se aspira? Jamás.
Esta realidad se desenvuelve bajo la luz de que los presupuestos no son comparables con los de países desarrollados, lo cual tampoco es cierto en riqueza de Estado, ¿acaso Finlandia, Noruega, Dinamarca o el mismo Japón condensan las ganancias petroleras que percibe México y que históricamente a casi un siglo de la expropiación petrolera ha percibido?
¿Dónde está la riqueza petrolera y no petrolera repartida en las manos de los ciudadanos?
Es por ello que en estas campañas anticipadas por la silla verde las propuestas serán las mismas, sin alcances de una prospectiva de primer mundo, sin aspiraciones de primer mundo, sino con el peso del raquitismo que implica que el PIB seguirá concentrado para cuestiones que no impactan en el dinamismo y creación de oportunidades sociales, porque la riqueza seguirá concentrada en pocas manos mientras la hacienda pública castigará impositivamente al trabajo y el capital prospera pese a las quejumbres de las élites que engordan al amparo del instrumentismo de Estado.
Volveremos a escuchar: “combate a la pobreza y a la desigualdad social, igualdad de género, derechos humanos, lucha anticorrupción y a la delincuencia organizada, impuestos para el desarrollo, medio ambiente limpio y cuidado del agua, lucha contra la tala clandestina, protección a grupos vulnerables e indígenas, campo saneado y con créditos para su desarrollo, protección a migrantes, lucha contra el feminicidio, finanzas sanas e inversión productiva, gasto público para todos”, es decir, la historia sin fin.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
