La palabra se muere frente al teléfono

La cagada más grande que cometimos en la historia de la humanidad ha sido nulificar la palabra como expresión de interacción humana.

La idea de un progreso cifrado en la máquina nos ha llevado a devaluar la palabra y su conectivo, el lenguaje; condición que ha postrado toda posibilidad de aproximación al otro. Esto no es producto de la pandemia, ya existía como herida social.

El teléfono se ha convertido en el enemigo de la palabra,  paradójicamente hablamos poco por el teléfono. Este aparato lo hemos convertido en símbolo de estatus, en adorno de nuestras manos, en blof de nuestra intimidad e incluso, en vínculo de la invariable pérdida de autoestima que el mundo ha cifrado en nosotros, y entre más caro es el teléfono, advierte que tenemos más valor humano.

En esta mierda asquerosa la palabra se muere; se muere porque ya no tiene el peso educado de su presencia; se muere porque ha sido sustituida por su forma escrita y muchas veces una forma escrita sin ortografía, sin sintaxis, salvaje y predispuesta al salvajismo, y lo que es peor, despersonalizándonos.

Así, los mensajes y las imágenes aniquilan a la palabra. Ahora, para expresar felicidad te mandan un emoticón de carita feliz; para hablar del amor, uno de un corazón; para hablar del fastidio, la imagen de la caca. En este escenario, ¿dónde queda el metal de la voz?, ¿dónde queda el calor de una expresión humana?, ¿dónde queda la imaginación de la caricia de la palabra?

No hemos entendido que el progreso es volvernos más humanos, no autómatas de la cibernética.

Advirtamos el peligro de una sociedad que no da la cara a través de la palabra; advirtamos que la era de la escritura monstruosa y salvaje de los mensajes telefónicos devela a flor de piel la era del salvajismo humano, de las máscaras sociológicas que insultan porque no son la imagen de la verdad, donde el insulto se ha vuelto lo cotidiano, lo aceptable.

Si no revaloramos la palabra como vínculo humano, habremos perdido la posibilidad del progreso, porque el progreso de la humanidad estriba en sensibilizarnos como seres humanos, en entendernos de manera inagotable a través del diálogo que nos arropa, que nos toca la piel a través de las palabras que forman nuestro entendimiento de la realidad en lo que llamamos lenguaje.

No nos confundamos: la palabra es nuestra esencia, perderla implica morir.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.