La renuncia del gendarme custodio

“El trabajo que encabezó Santiago Nieto marcó el punto decisivo para garantizar la justicia social que, de la mano de Julio Menchaca en la gubernatura, por fin alcanzará a miles de ciudadanos amedrentados por el control del caciquismo de la estructura operativa del PRI”.

En el ajedrez político del ascenso de Morena al gobierno de Hidalgo, que puso fin más de 90 años de hegemonía priista, Santiago Nieto Castillo, el gendarme custodio, consolidó el esplendor del primer año de gobierno de Julio Menchaca Salazar, garantizando gobernabilidad y democracia.

 

La procuración de justicia y democracia configuró una nueva realidad social, inclusive más allá de la lucha contra el peculado y la malversación de recursos públicos detectados a nivel estatal y municipal, puesto que se dejó en claro que se había terminado la tolerancia a las malas prácticas del antiguo régimen que sumieron al pueblo en la miseria.

 

El trabajo que encabezó Santiago Nieto marcó el punto decisivo para garantizar la justicia social que, de la mano de Julio Menchaca en la gubernatura, por fin alcanzará a miles de ciudadanos amedrentados por el control del caciquismo de la estructura operativa del PRI.

 

Pero, mucho más importante que lo anterior, fue que la dupla Nieto-Menchaca reveló la crisis que vive el antiguo régimen al dar a conocer la Estafa Siniestra, maquinada por el séquito de Omar Fayad. Las investigaciones se enfocaron en las alcaldías y en titulares de diversas dependencias estatales, y abrieron la puerta para ir al pasado reciente, donde emergió la figura del exgobernador Francisco Olvera Ruiz.

 

Nada tan significativo en la historia reciente de Hidalgo como la huella judicial que dejará Santiago Nieto. Su renuncia no cortará los vínculos con Menchaca Salazar, porque la legitimidad y gobernabilidad que instauró se afianzaron en la estructura gubernamental, dando la pelea contra la infiltración de las rémoras del Grupo Universidad en la crisis estudiantil de hace unos meses, pero sobre todo a perseguir la depuración de la tiranía político-universitaria instalada en el Congreso con la bancada de Morena.

 

Una sola sombra, explicable pero importante, podría opacar la labor de Santiago Nieto: el pacto político que apadrinó López Obrador sobre la figura de Omar Fayad, al regalarle la embajada de Noruega, “limpiando” la participación o conocimiento que el exgobernador pudo haber tenido en la Estafa Siniestra, cuestión que generó indignación e incredulidad ciudadana.

 

Con la hidalguía de un queretano, Santiago Nieto deja una huella indeleble en la administración de Menchaca Salazar y le deja la estafeta a Francisco Fernández Hasbun, que tendrá la difícil tarea de llenar los zapatos del gendarme custodio.

 

Bienvenido sea el quijote de la justicia y la democracia: Francisco Fernández Hasbun.


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