La sabiduría de Ricardo Monreal

El zacatecano Ricardo Monreal tuvo el tino de saber esperar. A veces perdiendo se gana, él lo supo siempre: en política el que se enoja pierde. Con gallardía prefirió asumir una postura constructiva y no dejar para otra ocasión la tentativa de convertirse en un mártir de la democracia. Consolidar MORENA, el partido que él ayudó a gestar y recoger después los frutos de la paciencia.

Si el jefe delegacional de Cuauhtémoc hubiera insistido en dejar Morena y competir por alguna otra fuerza política (que como él refiere: tuvo propuestas de todas las fuerzas de la oposición), es muy probable que hubiera cimbrado el ambiente político capitalino y en un golpe de suerte, con la triple alianza (PRD, PAN y MC) quizá hubiera sido electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Una vez en el cargo tendría que pagar el tributo a cada corriente política, todas ellas con demandas muy concretas, lo que seguramente hubiera generado una desviación del movimiento de izquierda en el que ha participado desde hace más de una década, primero en el PRD, luego en el PT y ahora en Morena. Asimismo, sin identidad por el proyecto que lo postuló para derrotar a Scheinbaum, habría generado tensión entre la base social que lo ha seguido en la capital, amén de ser señalado por traidor a la causa de Andrés Manuel y jugarle al esquirol, tal como lo hizo Juan Zepeda, el alcalde de Neza, en la elección del Estado de México, debilitando la candidatura de la profesora Delfina Gómez para romper el monopolio priísta.

En esos términos y pensando que más allá de la coyuntura era más prudente enfriarse y respaldar la última campaña de Andrés Manuel López Obrador, donde es altamente probable que logre el triunfo electoral, el abogado y político prefirió saber esperar y trabajar en el presente por una causa superior: ganar de una vez por todas la Presidencia de la República, con un candidato que sí buscará un gobierno en favor de los más pobres, diferente a los que históricamente han marcado la política mexicana.

La juventud de Monreal le permite generar un proyecto a más largo plazo y más trascendente que aferrarse en la inmediatez a costa de lo que sea a la jefatura capitalina. Así, si Andrés Manuel se convierte en presidente de México, seguramente buscará en un colaborador tan leal como Monreal a un jefe de gabinete, evidentemente en la secretaría de Gobernación, toda vez que el zacatecano es un político incluyente, negociador y con la astucia para lograr los consensos que este primer gobierno de izquierda necesitaría.

En una posición de tal protagonismo, la oportunidad de suceder a AMLO tendrá el consenso popular y de los círculos políticos nacionales e internacionales. Más cercano al centro que al izquierda radical, Monreal representa los principios de la política moderna: moderada, conciliatoria, de suma y no de resta.

En caso de que AMLO no logre llegar a Los Pinos, Ricardo Monreal seguirá vivo políticamente. Desde el Senado o algún otro cargo en la dirección del partido lideraría (la presidencia nacional, incluso) el cambio de rumbo de Morena por un proyecto rectificador, resultado del aprendizaje generado por la tercera derrota de AMLO y primero con Morena.

Evidentemente, AMLO sería un líder moral sin ninguna intención ni oportunidad por su avanzada edad, amén del desgaste acumulado después de tres descalabros y más de una década haciendo campaña por todo el país. En ese contexto, sería Monreal con otros candidatos los que disputarían la candidatura de Morena, para entonces se habrá madurado lo suficiente para lograr por méritos propios: congruencia y disciplina el consenso de los partidarios para buscar la presidencia.

Así las cosas, Monreal, un viejo zorro de la política, tomó la decisión correcta.

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.


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EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.