De la Semana Santa al inframundo sirio

El papa Francisco despidió la Semana Mayor desde las estelas de la liturgia que intentan año con año estrechar los vínculos sacros del catolicismo, no sin pedir a Dios que la guerra civil en Siria llegue a su fin y que no hayan más muertes, súplica más que loable pero irrealizable cuando la tensión geopolítica entre Estados Unidos y Rusia se agrava y es alimentada por las pretensiones imperiales de ambos.

Por si fuera poco, en estas semanas de liturgias y vacaciones, el régimen de Corea del Norte sigue en el mismo tenor: se defiende atacando con amenazas al gobierno de Donald Trump en un escenario sórdido que mantiene en vilo al planeta y que está ligado al problema de Siria, porque enuncia la resistencia de pueblos que pretenden su autodeterminación ante gobiernos imperiales.

Si bien la vértebra sensible de la guerra civil en Siria es el costo social y sus efectos colaterales, como lo son la destrucción social y familiar, de vida, patrimonial, migración y fractura emocional y psíquica de sus habitantes, no lo es menos el hecho de que el mundo no se postuló con la solidaridad y la firmeza necesaria para tratar de contener y terminar el conflicto, ya que tácitamente, las grandes potencias, la ONU, y el resto del mundo no pisó hacia adelante para evitar este cruento genocidio que debería importarnos y dolernos a todos como humanidad.

Por ello, y ante el peso de la realidad, pese a todo lo loable de las súplicas del papa Francisco para el cese al fuego en Siria, no se le ha visto activo en el problema, no ha realizado una visita pastoral a Siria, a Rusia o a Estados Unidos, en donde trate de tender negociaciones o puentes políticos para terminar con el conflicto y buscar una salida de paz, por lo que su embajada de misionero de la fe aún es tenue.

En una época donde los apetitos políticos se han incrementado y donde el mercado impone su carnicería humana, la fe debería ser redoblada, la gestión de la ONU debería ser una constante y la humanidad debería ser más humana, pero sólo nos encontramos con desolación, ambición desmedida y mezquindad social y política.

Siria es sólo la punta del iceberg de la prepotencia e intereses mezquinos e insanos de la sociedad de consumo que en los grupos de elite e interés económico ha encontrado el contubernio perfecto para hacer del Estado imperialista la mierda que todos nos comemos sin hacer gestos.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.