El respeto a la ley y la probidad es la cruz que cargará en sus espaldas Andrés Manuel López Obrador, precisamente porque la ha quitado al Poder Ejecutivo el mando legal de la omnipotencia con un pragmatismo que pretende el contrario, dando a entender que el presidente es él.
El análisis no puede ser más claro. Ante el vertiginoso deseo de la 4ª transformación del país, los mecanismos legales para llevarla a cabo no se han acuñado, por eso los tropiezos y la misma marcha del gobierno serán inevitables, además del juego de pesos y contrapesos, así como de los obstáculos de los poderes fácticos.
Para muestra basta un botón: más de 2 mil magistrados y jueces, así como servidores de rangos superiores del Poder Judicial, se han amparado para impedir la rebaja de salarios que pretende llevar a cabo López Obrador quien, por cierto, ya se bajó el sueldo 40%. Esta reacción le maniata las manos al presidente, pues tendría que esperar, inclusive, hasta una posible sentencia de la Suprema Corte, lo cual se podría prolongar varios meses y además tiene el riesgo de perder, poniéndose de rodillas ante el Poder Judicial.
En este estado de cosas se encuentra también la indemnización a los inversionistas nacionales e internacionales en el aeropuerto de Texcoco, cuestión que ya presagia una tormenta para el gobierno del Peje, pues lo puede llegar a lamentar ante la serie de devaneos que le dieron alas a los inversionistas antes de que asumiera la Presidencia y que después del discurso de posesión del 1º de diciembre, los arrojó a los perros.
En este escenario, lo que le duele al gobierno del tabasqueño es que, como nunca antes, los funcionarios y particulares habrán de recurrir a la ley para detener las medidas que los lastimen, cosa que no dejará de darle dolores de cabeza, al tiempo que como nunca antes la oposición estará concentrada y pendiente de cualquier error, abuso u omisión de la ley, así que el margen de maniobra política se ajusta y estrecha.
La otra variable es que el Peje es pragmático y usa el poder desde sus propias lógicas, en ocasiones promete pero hace otra cosa; el diálogo con los empresarios e inversionistas del aeropuerto lo demuestra, así que no hay mayor margen de negociación entre él y las fuerzas políticas, y esto abunda en el desconcierto, y lo mismo pasa hoy con el ejército, donde el desconcierto aumenta.
Difícil comienzo para un gobierno que propone y en el que los intereses y la política disponen.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
