Esta semana amanecimos con la paramétrica en “El País” de que Manuelovich cuenta con el 48.2% de la intención de voto frente a Ricardo Anaya con 27.5% y José Antonio Meade con 19.5%, cifras que siguen provocando dolor de cabeza a los empresarios y a la clase política opositora a MORENA.
Ante las últimas declaraciones de Germán Larrea y las de Carlos Slim, el tabasqueño-que está irreconocible- ha hecho un llamado a la calma a los empresarios con el argumento de que no deben desconfiar de su proyecto económico y político. Y es que los empresarios han solicitado, no sólo a Manuelovich, sino a todos los aspirantes a la Presidencia, transparentar en una junta sus propuestas económicas y sus proyecciones de llegar a ocupar Los Pinos.
La reacción en cadena de la clase empresarial mexicana es precipitada porque Manuelovich no podrá gobernar sin contrapesos, pero quizás, para todos aquellos que no tienen cuentas claras con el fisco y anexas, significa un pesar, aunado a que siempre se ha sabido que el núcleo empresarial crece al amparo del Estado, cuestión por la que la opción morena los mantiene como perros en salchichería.
Mientras tanto, López Obrador, al igual como lo hiciera cuando construyó los segundos pisos en la Ciudad de México, les pidió a los empresarios que se tomaran un té de tila para que calmen sus nervios, cosa que es razonable porque nada les va a pasar a las propiedades e inversiones de los empresarios.
Si Manuelovich logra tranquilizar y dar confianza a los empresarios en su comparecencia, es posible que en la baraja de naipes aparezca la carta de MORENA como opción política, o al menos como virus controlable, por lo que, si existe una negociación y perspectiva importante de MORENA para los empresarios, es más que probable que veamos a Manuelovich con la banda tricolor diciendo al Congreso: ¡Acepto!
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
