Después de que nadie resultó triunfador en las elecciones presidenciales en Argentina y que todo quedó en el impasse de la segunda vuelta, el ultraderechista Javier Milei, de La Libertad Avanza, se perfila como posible ganador por el apoyo que le ha brindado Patricia Bullrich, de centro-derecha, con lo que vencería el conservadurismo frente a la inoperancia del oficialismo encabezado en la candidatura del kirchnerista y ministro de Economía Sergio Massa.
El vertiginoso ascenso del economista liberal Javier Milei se debe a que la inoperancia del peronismo disfrazado del actual oficialismo ha sumido a aquél país en una crisis que ya provenía del pasado gobierno, que se afianzó y ha creado una reacción virulenta de los sectores medios de la sociedad argentina, que resultan tan prostituibles como lo es el nacionalismo de Milei, pero con una retórica vehemente de que Argentina “volverá a ser una potencia económica”, cuestión increíble y palpable en los números macroeconómicos del pasado y presente.
La cara que no ha mostrado Milei es que es un facho, un fascista que anhela -como casi todos los fascistas, como Mussolini- el pasado “glorioso” de su pueblo, cuestión que siempre acaba en una dictadura y una tragedia social de magnitudes insospechadas, y sus posturas extremas vaticinan una purga del tamaño del mundo en el enfrentamiento entre conservadores y progresistas.
Por lo pronto, la retórica nacionalista de Milei y su ataque direccionado antiprogresista y a todo lo que huela a izquierda ha creado un clima de adhesión importante que se mueve en las estelas de la agresión social y que presenta una modalidad de aislacionismo político de la izquierda y los grupos mesurados de la política en Argentina.
Por si fuera poco, Milei es un fenómeno mediático que con la sangría de su “pseudo-intelectualidad” ha construido empatías frente a una figura que desde la omnipotencia de la descalificación ya asegura un sitio y reflectores políticos en un pueblo extraviado como el argentino.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
