Luis Raúl González Pérez, que preside la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), le ha advertido al presidente López Obrador que la violencia, la inseguridad y la estabilidad social en el país no se lograrán con la militarización, por el contrario: habrá de causar males endémicos.
Rotundamente Manuelovich se equivoca y la defeca con el proyecto de la Guardia Nacional, donde el Ejército se volverá protagonista de la “seguridad”, cosa que nos hace preguntarle al presidente: ¿no están frescos en su memoria los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa?, ¿acaso en dos sexenios donde el Ejército ha combatido al crimen organizado, el asesinato, el secuestro, la tortura, la violación a los derechos humanos, han desaparecido?
Con todas las evidencias empíricas que tenemos de lo ocurrido en materia de seguridad-inseguridad que los ciudadanos hemos experimentado en carne propia, ya debería haber quedado claro que el Ejército no es la solución a los males y que más de trescientas mil muertes violentas son aleccionadoras para cualquier cabrón que tenga tres dedos de frente.
Lo ridículo del caso es que se quiere apagar el fuego echándole gasolina huachicolera, acción miserable y que nos invita a detenernos en el análisis.
En primer término las fuerzas castrenses están adiestradas para aplicar protocolos de ataque, son fuerzas de respuesta y reactivas, por lo que pensar que este tipo de conductas cerebrales no traerá ningún pedo a los ciudadanos es olvidarnos de que los pedos apestan.
En segundo término, las múltiples impugnaciones al al Ejército por parte de la CNDH, organizaciones de la sociedad civil, ciudadanía y de la propia Organización de las Naciones Unidas en materia de usos y abusos cometidos por militares, no pueden quedar fuera de la memoria colectiva, sería una estupidez; por el contrario, deberían ser la voz de alerta al nuevo gobierno.
Pero, pero, pero, como todo parece que les entra por un oído y les sale por el otro a los estrenados servidores públicos y que las pruebas empíricas de los desatinos gubernamentales se las pasan por los cojones, todo indica que la obstinación le ganará a la razón.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
