Misterio y muerte el día de los Santos Reyes

Jorgito abre los ojos emocionado, no ha dormido nada y tiembla de ansiedad por la espera de los Reyes Magos. Apenas tiene cinco años y juró esperarlos despierto para sorprenderlos con un tierno regalo, sin embargo, cuando encendió la luz de la sala todo se volvió macabro.

Meses antes los robos habían aumentado en la colonia Obrera, casas y negocios habían sido saqueados y los autos desaparecidos o desvalijados. La solución de los vecinos fue que todos estuvieran armados y, supuestamente, la idea dio buenos resultados. En la calle de Bolívar un automovilista estaba siendo asaltado por un joven encapuchado cuando el dueño de una tienda de abarrotes mató al delincuente de varios disparos. Un departamento en Isabel La Católica fue asaltado por un grupo de vagos pero fueron abatidos a tiros por uno de los vecinos. Y en la calle 5 de febrero un ladrón de autopartes terminó asesinado por la espalda. Aparentemente, los criminales entendieron el mensaje.

Llegó diciembre y todas las posadas de la colonia tuvieron saldo blanco, llegó Navidad y Jorgito habló por teléfono con su hermano mayor, estudiante de derecho en una universidad de León, quien le prometió visitarlo en cuanto pudiera. Llegó el año nuevo y todos estuvieron felices y alegres, hasta que llegaron los Santos Reyes.

Los padres de Jorgito compraron el triciclo que tanto había querido, lo guardaron en el ropero y partieron la rosca. Todos fueron a dormir muy tranquilos, hasta que llegó la madrugada. Un ruido en la sala, la puerta rechina y alguien, accidentalmente, mueve una silla. Jorgito sonríe y rápidamente se viste, empero, sus padres también se han percatado de los ruidos y por celular avisan de inmediato a los vecinos. Una docena de éstos, armados hasta los dientes, se paran frente a la casa justo en la ventana de la sala; advierten a gritos a los allanadores que les apuntan y que salgan de inmediato con las manos en alto.

Jorgito termina de envolver su regalo para los Reyes Magos (un dibujo de tres estrellas en el cielo) cuando apenas llega a escuchar la amenaza vecinal, se asoma intrigado abriendo levemente la puerta de su cuarto y descubre tres sombras proyectadas provenientes de la sala. En la calle continúan las amenazas y, al no recibir respuesta de los intrusos, detonan sus armas. Una lluvia de plomo atraviesa las ventanas y las siluetas en su interior caen al suelo deformadas por las balas.

La madre grita asustada y el padre sale corriendo de la habitación buscando a su hijo, pero Jorgito ya está bajando las escaleras y enciende la luz de la sala. En el suelo yacen tres cuerpos sobre manchas de sangre que se extienden lentamente.

—¿Reyes Magos? —pregunta Jorgito llorando.

Uno de los abatidos sigue vivo y levanta, con mucha dificultad, su rostro ensangrentado. Es su hermano mayor, quien pierde definitivamente el aliento después de unos momentos. Los otros cuerpos corresponden a sus abuelos. ¿Por qué no se identificaron ante la advertencia? Ese es el misterio.

 

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".