Nada es un simple accidente

Las tragedias siempre son reveladoras. Éstas tienen la capacidad de pausar el curso natural de las cosas y señalar las razones que provocaron que sucedieran. Hace unos días, una mujer y su hijo murieron a causa de un accidente vial en Mineral de la Reforma. Un menor más resultó herido de gravedad y hay una persona detenida. 

El hecho sucedió en la supervía Colosio, el último macroproyecto de obra pública que ha tenido a Pachuca y su zona metropolitana en constantes ruinas y problemas de tránsito desde hace más de un año. Podría pensarse en los accidentes como hechos aislados, pero nada sucede sin un entorno que lo haga posible.

Los accidentes de auto no ocurren únicamente como resultado de conductores poco responsables o de momentos azarosos de mala suerte. Este tipo de hechos se incentiva por la presencia de infraestructura de alta velocidad en zonas peatonales y de tránsito de transporte público. Los “accidentes” ocurren cuando se permite que miles de personas detrás de un volante tengan una licencia de manejo sin hacer un examen; cuando la forma de las calles permite velocidades excesivas; cuando hay soltura y corrupción a la hora de generar multas; cuando los más vulnerables deben usar espacios que no están bien pensados y que no son seguros para ellos. 

No es nuevo que Pachuca y su zona metropolitana estén pensadas para los autos, ni que el gobierno estatal genere obra pública que prime y promueva la movilidad motorizada. No es nuevo que Hidalgo sea uno de los estados que no han podido ejecutar medidas de movilidad emergentes desde la declaración de la pandemia y, lamentablemente, tampoco es nuevo que la gente muera en terribles circunstancias que pueden ser evitadas o, al menos, tomadas como un ejemplo para que los accidentes no se repitan. 


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