En 1987, John McTiernan se anotó el mayor éxito de su carrera adaptando una historia de los hermanos Thomas, sobre un cazador alienígena que se enfrentaba en la selva centroamericana contra el soldado Dutch (Arnold Schwarzenneger).
El Depredador tuvo una secuela tres años después bajo las órdenes de Stephen Hopkins que no resultó tan exitosa, tampoco con su enfrentamiento contra el Alien en 2004, de Paul. W. Anderson.
La versión actual de Shane Black, basada en un guión de Fred Dekker, no es un remake, sino más bien una especie de continuación: una nave cae en México y liquida a la patrulla de Quinn Mckenna (Boyd Holbrook), quien consigue rescatar una máscara y un brazalete, que los envía por correo a su pequeño hijo Rory (Jacob Tremblay). Quinn es detenido y enviado con un grupo de exmilitares locos encabezados por Nebraska (Trevante Rhodes), mientras que la bióloga Casey Bracket (Olivia Nunn) es llevada para que investigue al alienígena, pero cuando la cosa se sale de control, el gobierno trata de borrar toda huella y desaparecerlos a todos.
El director de Dos tipos peligrosos lleva con soltura recordando clásicos bélicos como Doce del patíbulo, con buenos efectos especiales pero sin sorpresas,
Predator resulta pues una entretenida continuación de la saga, pero no consigue igualar al original.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
