¿Pero qué necesidad?

Como decía el gran Juanga: “¿Pero qué necesidad?, ¿para qué tanto problema?”, canción que puede tener su origen en el refrán popular: “¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?”, que también puede aterrizar en ese otro de: “No hagas cosas buenas que parezcan malas“, o bien: “Hablando se entiende la gente“. Todo ello puede orientar un análisis en el caso de la alcaldía de Pachuca y su decisión de paralizar la vida en muchos los negocios de la ciudad con el argumento de garantizar la salud de la ciudadanía; la intención no es mala, pero la medida fue tomada sin coordinación con los otros niveles de gobierno ni consenso con los afectados, y esto al final provocó reacciones contrarias a las esperadas por parte de los dueños de los negocios y del gobierno estatal.
Lo que más se cuestiona, aparte de las decisiones que afectan fuertemente la economía de la ciudad, del estado y del país, es el panorama que exhibieron secretarios estatales como Simón Vargas, José Luis Romo, María de los Ángeles Eguiluz Tapia y diversos líderes empresariales, quienes señalaron que el Ayuntamiento carece de facultades para decidir el cierre de establecimientos, lo cual traería serias afectaciones a la economía familiar.
Incluso en el posicionamiento que hicieron se dijo que la intención parecía ser la cosecha política para la alcaldesa al querer lucir como una autoridad enérgica que no se tentó el corazón para imponer estas medidas.
Sin embargo, queda claro que Yolanda Tellería no consensó las medidas con nadie e ignoró las políticas públicas del presidente de la República para decidir, según su visión, medidas que pueden producir parálisis económica en Pachuca y afectaciones graves en empleos y salarios.
AMLO ya fijó su postura en casos semejantes, pues la misma idea de cerrar todos los negocios la tuvieron las alcaldesas de Cancún y de Acapulco, y tras la intervención de Olga Sánchez Cordero le bajaron a sus medidas. Y no es que no sean buenas, porque se pueden y deben discutir, lo que provoca rechazo en estas situaciones es que la decisión ignore a los dos niveles de gobierno que también deben intervenir en asuntos de la sanidad y más con esto del Covid-19. Por el bien de todos no debe haber iniciativas sin consenso, porque sin la aplicación de una política pública nacional, esto se convierte en un caos en que cada quien hará lo que quiera.
Incluso puede que se decida tomar medidas de esta magnitud, pero nacidas de la realidad, del análisis y voluntad de los protagonistas, para que tengan el apoyo de todos. Coordinarse con las autoridades estatales y federales, escuchar a los que resultarán afectados, es entrar a la política de acuerdos y consensos, que siempre será mejor que la de imposición y la fuerza.


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