¿Podrá Meade con el paquete?

Mario Ortiz Murillo

La contienda electoral que había comenzado hace algunos meses arranca formalmente con el destape del no priísta postulado por el priísmo. Una vez definido el contendiente del régimen, el eterno competidor, Andrés Manuel López Obrador, los aspirantes del Frente Ciudadano y hasta los “independientes” estudian cuál será la mejor estrategia para derrotar al tecnócrata que goza de la simpatía de la élite empresarial y financiera.

José Antonio Meade no es un improvisado en el servicio público, pero sí un novato muy verde en el juego político. Sin antecedentes de competencia por lograr algún escaño en el Congreso, el abogado-economista es, como alguna vez lo fue Ernesto Zedillo, un funcionario virgen en las artes de buscar el voto. Sin embargo, por la magnitud del cargo, Zedillo aceleró su aprendizaje y pudo subirse a la arena para confrontar a dos poderosos adversarios:  Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos, en la compleja elección de 1994.

Con José Antonio Meade, más a fuerza que con ganas, los sectores obrero, campesino y popular del PRI (CTM, CNC y CNOP) ratificaron, por disciplina y apego a los ritos de la autoridad, la decisión presidencial.

A partir de ahora la confrontación se reduce a dos poderosos adversarios: el eterno candidato de las causas sociales, del discurso incendiario, de mandar al diablo a las instituciones, y el candidato del sistema, el bien portado, el vocero del FMI y Banco Mundial, la encarnación del continuismo.

Una vez abiertas las cartas de los protagonistas, los del Frente se quedan rezagados y en un afán por legitimar un proceso por demás cuestionado llegarán tarde, al menos hasta enero, a postular al candidato de la alianza perredista-panista-movimiento ciudadanista. Bueno, eso si antes los marginados por las aspiraciones no revientan el Frente y construyen una candidatura por un partido único. Vaya desgarriate.

A su favor, el candidato de Morena tiene varias ventajas para lucir optimista: es el mejor posicionado, pues desde 2006 el de Macuspana no ha dejado de hacer proselitismo; ha recorrido el país, municipio por municipio, en su totalidad, al menos dos veces, y es identificado como el de mayor congruencia y radicalismo. El voto duro de AMLO es muy alto.

Meade, un apartidista, ¿puede garantizar la misma fidelidad de las bases priístas?

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.


ARCHIVADO EN:




EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.