Javidú, Javidú, ¿dónde estás tú?
Cerca de un año tuvieron las autoridades en materia de procuración de justicia para integrar un expediente sólido, conciso y contundente para imputarle cargos de sobra a Javidú, pero como ya estamos acostumbrados, la realidad es de otro color.
Joder… (como dicen en España).
La primera audiencia en la que compareció Javidú fue una verdadera pifia por parte de las autoridades fiscales en el proceso que apenas inicia sobre el exgobernador de Veracruz. La cosa no pudo ir peor: de los 31 mil millones de pesos que se encuentran en el aire, los abogados del estado, de manera dispersa e inconsistente, sólo hacían referencia a 400 millones de pesos, cifra y soporte absurdos.
La escena fue recreada en los medios con humor, mientras los cuerdos tienen que haber llorado ante tanta tontera que pulula por doquier en el México de los lamentos.
Javidú, mientras tanto, feliz y sus abogados más: sabían que esta clase de errores en un proceso son contundentes para señalar las vías hacia el fracaso. De manera sobrada ya los medios periodísticos, intelectuales y sociales vaticinan una derrota para el Estado Mexicano, que en términos simples significa una derrota para el pueblo, que una vez más, todo apunta, a que tendrá que tragarse las monsergas de la corrupción.
Es inconcebible que no haya existido atingencia, escrupuloso celo judicial con el caso Javidú. La pifia es garrafal.
Pero, ¿qué nos sorprende o puede sorprendernos?, las pifias gubernamentales son una constante, la excepción, es por ello que la indignación de la ciudadanía es indescriptible cuando hay conciencia. Pero algo es contundente: con este sistema de procuración e impartición de la justicia, la ciudadanía no va a ninguna parte.
Javidú seguirá riendo como puerco en corral, retozando en el lodo, mientras las moscas lo miran desde lejos.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
