Revendedores y compras en línea

La compra en línea podría ser una alternativa para acabar con los revendedores.

Nunca había ido a comprar boletos para el palenque de la feria de Pachuca, pero el pequeño del hogar quería ir a ver a Natanael Cano y ¿quién es uno para negarse? Así que a las 7 de la mañana salí de la casa con la encomienda de comprar dos boletos, uno para él y el otro para su novia. Inocente de mí pensé que a más tardar a las 12 ya estaría de regreso, porque sí, me fui a formar porque como señora del ayer uno no confía en comprar en línea, qué tal que me estafan, más seguro comprar como toda la vida, haciendo su fila y saliendo con sus boletitos impresos.

Llegué 7:30 y la fila rodeaba la Plaza de Toros y seguía más allá… pero bueno, seguramente empezaríamos a avanzar a las 9, que es la hora en la que las taquillas abrían. Dieron las 10:30 y no nos habíamos movido ni un metro. La señora que estaba formada detrás de mí nos iba informando de lo que pasaba hasta adelante, su marido le llamaba para contarle que se había metido gente y que los guardias no les decían nada.

A las 11 se corrió el rumor de que en el Gota de Plata había menos gente y muchos se lanzaron llenos de esperanza y gracias a su partida la fila avanzó. 11:30 y otra vez parados. Dejando encargado mi lugar fui a ver qué pasaba y resulta que el esposo de la vecina de fila tenía razón.

El personal de seguridad había dejado pasar a un grupo de entre 10 y 15 personas para comprar boletos, pero, curiosamente, los minutos pasaban y ellos no se movían. Se veía como guardaban sus boletos en una especie de bolsita azul eléctrico, pero seguían ahí y se repetía la misma operación: entregaban el dinero, recibían sus boletos, los guardaban en sus cangureras.

La gente chiflaba y protestaba, pero los dos de seguridad -con sus uniformes negros- decían que estaban comprando y que ya nos llegaría el turno. Cuando una chica les dijo que los habían dejado meterse se indignaron y dijeron que no, que ya estaban formados desde la noche.

Regresé bastante desanimada a mi lugar y por ahí de las 12:30 una señora que pensamos que era de la organización pasó a pintarnos con plumón verde el número que teníamos en la fila. Me tocó el 379. Le preguntamos por qué hasta esa hora empezaban a dar los números, sonrió y dijo que ella no trabajaba para la feria, pero que estaba harta de que se estuvieran metiendo en la fila. Que cuando llegó tenía el lugar 25 y resulta que al poner los números ya estaba en el lugar 73.

El cielo se nubló y agradecimos la sombra, pero en eso comenzaron a caer gotas de lluvia.

Dieron las 13:02 y sonó mi teléfono. Ya había comprado los boletos en línea.

 


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